Rafael Rodríguez-Ponga - TRIBUNA ABIERTA

En el Día Mundial de la Lengua Materna

La diversidad lingüística es apasionante. Y sus protagonistas son las personas que hablan cada lengua

Una familia, de camino INÉS BAUCELLS

El rey de Persia enviaba sus decretos a «las 127 provincias, desde la India hasta Etiopía, a cada provincia en su escritura y a cada pueblo en su lengua; a los judíos, también en su propia escritura y lengua» (Ester, 8:9). Así dice el Antiguo Testamento, al narrarnos unos acontecimientos sucedidos, nada menos, en el siglo V a.C., hace 25 siglos.

Por otra parte, en los Hechos de los Apóstoles, dice san Lucas que los habitantes del Jerusalén del siglo I escucharon a los apóstoles y que «cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa: entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene, hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos, también hay cretenses y árabes» (Hechos, 2:8-11).

Sirvan estos dos ejemplos para mostrar el deseo de aquellos autores de dejar constancia de la diversidad lingüística existente. Más aún, quiero subrayar que ambos textos nos indican que la eficacia de los decretos del rey de Persia y de las palabras de los apóstoles radicaba en que los destinatarios recibieran el mensaje en su propia lengua. Es decir, reconocer la diversidad lingüística garantizaba la utilidad de la comunicación, porque llegaba el contenido del mensaje. Y, además, causaba sentimientos favorables en quienes les escuchaban: «Estaban todos estupefactos y admirados» (Hechos, 2:7).

En la actualidad, tenemos un reto enorme en las sociedades europeas, donde vivimos una creciente diversidad cultural, religiosa y lingüística. Las ideas uniformadoras han sido superadas por la realidad social y política de Europa. Una muestra clara es que, en la mayor parte de los estados, ya no hay religión oficial ni, por supuesto, las autoridades pretenden que todos recen lo mismo. Simultáneamente, es cierto, las tendencias uniformadoras perviven en muchos aspectos.

Los organismos internacionales tienen una postura muy definida. La ONU y la Unesco tienen seis lenguas oficiales y defienden a fondo la promoción del multilingüismo.

El Día Internacional de la Lengua Materna se celebra cada año el 21 de febrero (https://www.un. org/es/observances/mother-language-day). Fue instaurado por la Uensco en 1999 y se celebró, por primera vez, en el año 2000, a propuesta de Bangladés. En ese país se había dado una apasionante y trágica batalla por los derechos lingüísticos. Por tanto, este día es también un homenaje internacional en recuerdo de los estudiantes muertos en las protestas de 1952, que reivindicaban la enseñanza en su lengua materna, el bengalí. Observemos que no pedían estudiar en una lengua minoritaria, sino en la lengua materna mayoritaria, porque el bengalí era y es la lengua de la mayoría de la población de ese país.

La Unesco pide que los estados garanticen que todas las personas puedan «recibir instrucción en su idioma materno» (art. 4, Declaración de 18 de diciembre de 1992). Es un objetivo difícil, ciertamente, pero debemos tenerlo muy en cuenta en las sociedades multilingües como la nuestra, para garantizar los derechos individuales y la eficacia de los sistemas educativos. Está comprobado que la enseñanza en la lengua materna es más eficaz: «Años de investigación han demostrado que los niños que inician su educación en la lengua materna tienen un mejor comienzo y exhiben un mejor desempeño que aquellos que son expuestos a un idioma nuevo al ingresar a la escuela» (John Daniel, director general adjunto de Educación de la Unesco, 2003). En 2021, la ONU nos recordaba, con un titular en su web, que «La educación en lengua materna debe empezar en los primeros años de escuela» (https://news.un. org/es/ story/2021/02/1488432). Hoy, la Unesco se centra en el uso de la tecnología para el aprendizaje multilingüe y da inicio al Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (IDIL 2022-2032).

Los derechos a usar la lengua materna y a aprender otras lenguas hay que entenderlos en el conjunto de derechos y libertades que tenemos todas las personas y que ejercemos tanto individual como colectivamente. La diversidad lingüística es apasionante. Y sus protagonistas son las personas que hablan cada lengua.

Rafael Rodríguez-Ponga es rector de la Universitat Abat Oliba CEU

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación