Oti Rodríguez Marchante
Querrán decir «ataque a la memocracia»
El paisaje es desolador, ni referéndum, ni presupuestos, ni ruta, ni idea de nada…
A veces, da la impresión de que sería útil plantearse la posibilidad de abrir un paréntesis, enviar a los políticos que están dirigiendo el llamado «proceso» catalán a Primero de Democracia, que refrescaran o aprendieran las nociones básicas, y luego devolverles a la «ruta», la «vía», o lo que quieran, pero con algunos conceptos elementales mínimos en esas cabezas.
Sólo así podríamos evitarnos la vergüenza intelectual de oír a sujetos activos decir aberraciones democráticas como: «Un cargo elegido por la ciudadanía no puede ser inhabilitado por ningún juez», tal y como dice la consejera de Presidencia, Neus Munté, sobre la causa abierta por el Tribunal Superior de Justicia Catalana a la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Lamentablemente, en nuestro país, tal y como se ve con excesiva frecuencia, el hecho de gozar de un cargo electo no impide al político ni burlar la ley ni, afortunadamente, dar cuenta de ello ante la Justicia. Habrá que suponer que Neus Munté y el gobierno al que pertenece saben tal cosa, y simplemente lo han olvidado y deberían durante algún tiempo dedicarse a recordar o reaprender algo tan elemental. Y es ridículo que la propia Forcadell declare que su procesamiento es «un ataque a la democracia» cuando sabe perfectamente, ella y todos, que sus actuaciones quebraban la Ley y además lo hacía con plena conciencia y alevosía, pues hasta los letrados del Parlament le advirtieron del incumplimiento y de sus consecuencias.
Y no sólo quiebran y burlan la Ley a sabiendas, y además presumen públicamente de ello (ese gesto en el Ayuntamiento de Badalona de romper ante las cámaras el mandato judicial, ese llenarse la boca de micrófonos para escenificar su desprecio a la legalidad…), sino que encima su propósito es continuar atentando contra el único marco legal que nos ampara a todos, ellos incluidos. Y es deprimente que el máximo representante de la Generalitat, y por lo tanto, del Estado, Carles Puigdemont, diga memeces en París como que «practicar la democracia en España en un deporte de riesgo»… Debería probar antes a practicarla de verdad, y no ampararse en esa palabrería huera que ni él mismo se cree de que «cumple un mandato de los catalanes».
El paisaje es desolador, ni referéndum, ni presupuestos, ni ruta, ni idea de nada…, y con Colau dispara(ta)da, con el «pisarellismo» barcelonés y con Artur Mas en Madrid de mosca cojinera. ¿Mandato?