Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Puigdemont

«¿Cuál es la calidad moral del valiente de Bruselas?»

Miquel Porta Perales

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Puigdemont presenta un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional para denunciar a la Mesa del Parlament por la cuestión del voto delegado. De la mano de un abogado que pisa más platós que juzgados, aduce que se vulneraron sus derechos. Más: el fugado de Bruselas insiste: quiere ser investido presidente de la Generalitat por vía telemática. De hecho, se considera el Legítimo (?).

La noticia admite comentarios e interpretaciones. Se puede bromear arguyendo que Puigdemont reconoce el Tribunal Constitucional y en él confía. «Bienvenido al club», señalan -graciosos y festivos- dichos intérpretes. Hay quien sostiene que estamos ante una muestra más del conflicto entre JpCat y ERC. También, encontramos quien asegura que es una cuestión jurídica imprescindible para -finalmente- llegar a los tribunales internacionales. Y no faltan los que sugieren que asistimos a otro numerito que certificaría el comportamiento oportunista, egocéntrico, victimista, vengativo y tóxico de un personaje que podría protagonizar la novela del paraguayo Augusto Roa Bastos titulada Yo el Supremo.

Dejando a un lado la broma del «bienvenidos al club», las interpretaciones precedentes, todas ellas, resultan verosímiles. Pero, merece la pena detenerse en otra cuestión del asunto. La cuestión moral. Recordemos que la decisión de la Mesa del Parlament -con Roger Torrent al frente y avalada por los letrados del Parlament- obedecía a una resolución del juez instructor Pablo Llarena. La Mesa sabía que desobedecer el auto del juez del Tribunal Supremo podría implicar la comisión de algún presunto delito grave como rebelión o sedición con sus consecuencias.

Ejemplos sobraban. Pese a ello, Carles Puigdemont empujaba, y empuja, a desobedecer el auto vía delegación del voto e investidura telemática. ¿Cuál es la calidad moral del valiente de Bruselas? Y a quien crea que se trata del enésimo acto de la comedia, le digo que probablemente tenga razón. Repito: ¿cuál es la calidad moral del valiente de Bruselas?

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