Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Provocación

Sáenz de Santamaría acude en pro del reconocimiento de la fiesta de Sant Jordi como patrimonio inmaterial de la Unesco. ¡Menudo atrevimiento!

Y en eso que Soraya Sáenz de Santamaría acude al acto impulsado por libreros y floristas en pro del reconocimiento de la fiesta de Sant Jordi como patrimonio inmaterial de la Unesco. ¡Menudo atrevimiento! ¡La vicepresidenta del gobierno del Estado español en la celebración de Sant Jordi! ¿El independentismo -valga la redundancia- más obcecado? Arremete contra la vicepresidenta. No invento nada: que si una provocación y una ofensa, que si el gobierno español envenena Sant Jordi, que si se politiza la fiesta, que si un acto de cinismo y un intento de humillación del Estado, que si quieren apropiarse de nuestras fiestas. Incluso, alguna dimisión –pocas: en Cataluña nadie se baja de la poltrona así como así- en señal de protesta. Ahí tienen ustedes la revolución de la sonrisa independentista. Ahí tienen ustedes el carácter abierto, integrador y hospitalario del nacionalismo catalán. Y, por si fuera poco, como no podía ser de otra manera, aparece la lección con su correspondiente dosis de cursilería: “los ciudadanos que leen, escriben y aman son soberanos y quieren decidir el futuro de su país”. Más: “lo que expresan los libros y expresan las rosas son los valores del amor a la cultura y el amor a la libertad”. O lo que es lo mismo: aprendan de nosotros que somos lo más de lo más. ¡Qué pretenciosos! Así hablan los maestros de la provocación, los que patrimonializan y politizan descaradamente la fiesta de Sant Jordi. El nacionalismo o la exclusión. Con una sonrisa, un libro y una flor, por supuesto. Y usted, doña Soraya, no olvide promover la inclusión de Sant Jordi en el patrimonio inmaterial de la Unesco.

La farsa continúa con la República de la Coacción que predica el melifluo Lluís Llach, aplaudido por un Parlament que evidencia su amor al pluralismo aprobando una reforma del reglamento del ídem que conducirá, sin debate, a la nada. De provocación en provocación hasta el conflicto final con la esperanza de obtener algún rédito que permita sobrevivir al desastre que se avecina.

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