Las personas que residen a 300 metros de zonas verdes tienen un 16% menos de riesgo de padecer un ictus
Una investigación liderada por científicos españoles demuestra que la exposición a contaminantes ambientales incrementa de forma significativa el peligro de sufrir la enfermedad
Los autores del trabajo consideran que estos resultados hacen necesario replantear los niveles máximos de contaminantes atmosféricos establecidos por la UE
Residir en entornos próximos a zonas con vegetación conlleva beneficios constatados para la salud: reduce el estrés, mejora la salud neurológica , pulmonar, etc... Ahora, un nuevo estudio liderado por investigadores españoles demuestra que el riesgo de sufrir un ictus isquémico, el más habitual de los accidentes cerebrovasculares, se reduce hasta un 16 por ciento en aquellas personas que tienen áreas verdes a menos de 300 metros de su casa.
En la investigación, publicada en la revista 'Environment International' y que analiza los datos de toda la población de Cataluña entre los años 206 y 2017, han colaborado investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM-Hospital del Mar), de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria de Cataluña (AQuAS) del departamento de Salud de la Generalitat y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por La Caixa .Se trata del trabajo más importante en este campo hecho hasta ahora en Europa.
El trabajo, el más importante realizado en este campo en Europa, ha tenido en cuenta la información de la exposición a tres contaminantes atmosféricos vinculados al tráfico de vehículos , de más de tres millones y medio de personas seleccionadas entre los 7,5 millones de residentes en Cataluña, aquellas de más de 18 años que no habían sufrido un ictus antes del inicio del trabajo.
En concreto, ha analizado el impacto de los niveles de las partículas de menos de 2,5 micras (PM2,5), del dióxido de nitrógeno (NO2) y de las partículas de hollín, en el lugar de residencia de cada una de las personas estudiadas. También se ha analizado la cantidad y densidad de zonas verdes existentes en un radio de 300 metros de su domicilio. Los resultados indican una relación directa entre el incremento de los niveles de concentración de NO2 en la atmósfera y el riesgo de sufrir un ictus isquémico . Así, por cada incremento de 10 microgramos (µg) por metro cúbico, este peligro crece un 4 por ciento. Lo mismo pasa cuando los niveles de PM2,5 se incrementan 5 µg/m3. Y en el caso de las partículas de hollín, el riesgo crece un 5 por ciento por cada incremento de un µg/m3 en la atmósfera. Unos datos que son iguales para toda la población, de forma independiente de otros factores socioeconómicos, de la edad o de la adicción al tabaco.
La incidencia aumentará con los años
«El estudio demuestra la importancia de los determinantes ambientales en el riesgo del ictus. Teniendo en cuenta que la predicción es que la incidencia, mortalidad y discapacidad atribuida a la enfermedad irá creciendo en los próximos años, es importante conocer todos los factores de riesgo que están implicados», explica la doctora Carla Avellaneda , del Grupo de investigación Neurovascular del IMIM-Hospital del Mar y una de las autoras principales del trabajo.
Por contra, el trabajo revela que tener abundancia de zonas verdes en el mismo radio del domicilio tiene un impacto directo en la disminución del riesgo de sufrir un ictus. En concreto, de hasta el 16 por ciento. «La gente que vive rodeada de un mayor grado de verdor en su lugar de residencia, tiene protección ante la aparición del ictus», apunta Avellaneda.
Ante estos datos, los investigadores apuntan que hay que hacer una reflexión sobre los actuales niveles de contaminación atmosférica considerados seguros en el marco de la Unión Europea (UE). «A pesar de que se cumplen los niveles marcados por la UE, nos encontramos con la paradoja que todavía hay riesgo para la salud, como el que hemos encontrado en este estudio, donde hay una relación directa entre la exposición a contaminantes en nuestro entorno y el riesgo de sufrir un ictus», explica Rosa Maria Vivanco , autora principal del trabajo e investigadora del AQuAS y del IMIM-Hospital del Mar. «El peligro todavía existe y se tienen que tomar muchas más medidas, teniendo en cuenta el incremento de población urbana y su envejecimiento», añade.
En este sentido, el doctor Jaume Roquer , jefe del Servicio de Neurología del Hospital del mar y coordinador del Grupo de investigación Neurovascular del IMIM-Hospital del Mar, apunta que «este estudio demuestra el impacto real que los aspectos ambientales tienen sobre la salud de la población de Cataluña. Ante la constatación del efecto de la contaminación atmosférica, la falta de espacios verdes, el ruido, etc. hacen falta más esfuerzos y estrategias poblacionales para reducir su impacto . Su efecto nocivo nos perjudica permanentemente y de forma global. Tenemos que luchar para conseguir pueblos y ciudades sostenibles en los que vivir no implique asumir un incremento de riesgo de enfermedad».
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