Miquel Porta Perales - El Oasis catalán

El penacho

La gala de los premios Gaudí fue una metáfora, -alegoría, símbolo, imagen- del «proceso»

No vi la gala de entrega de los premios Gaudí de la Academia del Cinema Català. Sin embargo, decido apostillar el evento siguiendo el hilo de un artículo aparecido en la prensa catalana -y en lengua catalana- en un medio de indudable pedigrí soberanista. Mi conclusión es la siguiente: la gala fue una metáfora -alegoría, símbolo, imagen- del «proceso».

Escribe la articulista que «la presentadora pisó el escenario pasada de vueltas, nerviosa y con el penacho ladeado». Una «sensación de descontrol -prosigue- que duró durante todo el espectáculo». Y una «presentadora con la cabeza repleta de plumas y moviéndose con dificultades por el escenario». Primera conclusión de nuestra articulista: «un desconcierto inquietante». Hay más: «todo el presupuesto se fundió en el vestuario» de la presentadora y «no llegó para los guionistas». Añade: «el surrealismo y la extravagancia desatada querían disimular una falta de recursos evidente». Más: «exhalaciones, guion estrafalario y problemas excesivos» -con algunos «instantes ridículos»- que convirtieron el «acto en un despropósito creativo que pasará a la historia». Segunda conclusión de nuestra articulista. «todo fue accidentado y esperpéntico».

Algunos detalles de la gala: una «presentadora egocéntrica», «premiados que no demostraron ni fingieron ningún vigor ni ilusión», como si «les diera pereza y les hicieran subir a la fuerza al escenario». Título del artículo: «El gran suspenso de los Gaudí».

Este artículo de crítica televisiva -sustituyan «gala» por «proceso»-, brinda una acertada metáfora del «descontrol», «espectáculo», «desconcierto», «surrealismo» «guion estrafalario», «despropósito», «esperpento» y «fingimiento» de un «proceso» impulsado por gente «egocéntrica», «pasada de vueltas» y con el «penacho ladeado».

Si el escritor Stendhal dijo que la «novela es un espejo que se pasea por un ancho camino», bien puede afirmarse que la gala de los Gaudí es el espejo que devuelve la imagen de un «proceso» que merece el más rotundo «suspenso».

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