Un paseo por la Pascua

Acaba de pasar la Semana Santa, el Domingo y el Lunes de Pascua, que dentro de sus tradiciones, las corridas de toros tenían un sitio muy especial y preferente para los barceloneses. Carteles de relumbrón para comenzar la temporada, un esplendor que poco a poco se fue perdiendo, precisamente desde el momento en que las corridas de toros fueron estigmatizadas desde el poder político a partir de los años ochenta.

Si damos un paseo por la historia, lo que se vivía en las plazas de la capital catalana era un reflejo del ambiente social, y en este sentido, el termómetro puede ser la Pascua taurina.

Nos vamos cien años atrás, 8 de abril de 1917, Domingo de Resurrección. El mundo en guerra y un cartel relativamente modesto para la Monumental, que además resultó una corrida «pesadísima», a juicio de los revisteros. Los toros de Guadalest no les pusieron las cosas fáciles a Martín Vázquez, que fue pitado; Paco Madrid, único que cortó un trofeo, y Fortuna, poco aliado con su apodo. Y para el Lunes de Pascua, el espectáculo estaba en Las Arenas con una novillada en la que las reses de Urcola tampoco ayudaron a un valentísimo Pastoret, un apático Manolo Gracia, y un poco placeado Alarcón.

Medio siglo atrás, gran ambiente, llenos los tendidos, el domingo 26 de marzo, El Viti herido por el primero de Montalvo dejó la tarde en un mano a mano entre El Pireo y Pedrín Benjumea, que se llevó tres orejas. Y el lunes, el cogido fue Mondeño, mientras que El Cordobés cortó una oreja y Paquirri escuchó ovaciones.

En 1992, las cosas ya no estaba para grandes celebraciones, y la tradición quedó en una modesta novillada el 19 de abril... La política empezaba a urdir su cerco. Y el pasado domingo, muchos aficionados catalanes en las plazas de Madrid y Sevilla. La Fiesta fuera de Cataluña, el exilio, el cerco consumado.