El incivismo tolerado

El proceso de vacunación va a un buen ritmo y con él aparecen los grandes mensajes de vuelta a la normalidad. Las mascarillas han dejado de formar parte de nuestro paisaje habitual, ya no tenemos toque de queda y la libertad de movimientos es total, pero la realidad es que la “nueva normalidad” tan esperada se ha convertido en Barcelona en dejadez, inseguridad, suciedad, calles pintadas de múltiples colores que nadie entiende, colapsos circulatorios por el obsesivo urbanismo táctico, y multitud de botellones.

La aversión de este gobierno municipal al orden nos deja un panorama desolador en nuestras calles, donde ver a grupos de jóvenes -y no tan jóvenes- reunidos entorno a botellas de alcohol, y vasos de plástico empieza a ser de lo más habitual. Y si los botellones ya eran un problema antes de la pandemia por todos los efectos nocivos colaterales, hoy, con una población joven todavía no vacunada, éstos se convierten además en un foco de contagio y transmisión del virus.

El incivismo no debe ser tolerado jamás, pero Barcelona es un ciudad “permisiva”, reclamo de un turismo de borrachera que encuentra en estas fiestas callejeras ilegales, alcohol barato y drogas. La suciedad, los ruidos y la comisión de delitos están a la orden del día, y el efecto llamado es devastador para nuestra ciudad.

Mientras otras ciudades como Madrid ponen medios y recursos para acabar con este fenómeno como más agentes e incluso uso de drones, el gobierno de Colau se pone una venda y hace caso omiso de una actividad ilegal que se sucede semana tras semana en los mismos emplazamientos con total libertad e impunidad.

Barcelona no merece tanta dejadez. Barcelona no puede ser la cuna del incivismo, el vandalismo y la delincuencia. Debemos recuperar la ciudad y su imagen.

Eva Parera es diputada del PP en el Parlament y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona