Parecía una buena idea

Programar la que denominamos 'Trilogía Da Ponte' así, de una tacada, es un gesto de audacia que hay que reconocer y agradecer a los programadores del Liceo

Un momento de la obra 'Don Giovanni' representada en el Liceo barcelonés DAVID RUANO

Pep Gorgori

Sobre el papel, todo funcionaba. Las tres mejores óperas de Mozart (dejemos los matices sobre esto para otra ocasión), en días consecutivos, con la dirección de una figura de la talla de Marc Minkovski, voces jóvenes y una escenografía común a todas ellas, firmada por Ivan Alexandre. De veras: parecía una buena idea. Pero no. Al menos, por lo que se refiere a 'Don Giovanni'.

Programar la que denominamos 'Trilogía Da Ponte' así, de una tacada, es un gesto de audacia que hay que reconocer y agradecer a los programadores del Liceo. Se trata de un esfuerzo enorme, ya que en un plazo y con un presupuesto no muy diferentes de los que se destinan a una sola ópera, se montan tres. La cuadratura del círculo. Está bien arriesgar, y eso es lo que hemos pedido mil veces al teatro de las Ramblas, aunque nos cueste admitirlo cuando, tras una apuesta como esta, el resultado no está a la altura de lo que se esperaba.

Marc Minkovski demostró su enorme valía como director una vez más poniéndose al frente de la orquesta del Liceo y firmando una versión musicalmente impecable. Fue, sin duda, lo mejor de la noche, y con enorme diferencia. Su Mozart suena con esa mezcla aparentemente tan sencilla pero que necesita de una personalidad que aquilate debidamente lo fresco y lo festivo con lo sublime y lo profundo que contiene la partitura. Aunque se echaron en falta algunos ensayos más, y algunos matices se perdieron en el camino entre la batuta y el oído del público, Minkovski hizo disfrutar a los mozartianos más acérrimos, a pesar de todo.

¿Y qué es ese 'todo' que tanto pesó? Para empezar, una escenografía que, rindiendo homenaje al teatro de calle de hace siglos, logra hacer de una obra tan viva y dinámica como 'Don Giovanni' algo totalmente estático y anodino. Correr cuatro cortinas de aquí para allá no es suficiente ni para mantener la tensión dramática, pero lo que es aún peor es que en el montaje de Alexandre se esfuma todo el simbolismo, toda la riqueza intelectual que contiene el trabajo de Mozart y Da Ponte. ¿De qué sirve programar su trilogía si la mejor parte del trabajo que hicieron se pierde en la puesta en escena? Cierto, en la época de Mozart el teatro se hacía así. Y seguramente los músicos desafinaban bastante, y nadie le pide a los excelentes maestros de la orquesta del Liceo que toquen mal a posta.

Por lo que respecta a las voces, casi todos los cantantes actuaban por primera vez en el Liceo. Es poco probable que los volvamos a ver pronto. Todos cumplieron sus papeles con dignidad, pero poco más. Salvo la bella Donna Elvira de Arianna Vendittelli y algunas pocas excepciones más, este Don Giovanni no parece que vaya a quedar para el recuerdo del público barcelonés.

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