Parálisis de la Generalitat: Puigdemont cumple cien días de presidente sin aprobar ni una ley
Con la independencia como objetivo, gobernar se convierte en una carga
Presidente por accidente, Carles Puigdemont cumple hoy sus primeros cien días al frente del Ejecutivo catalán, tres meses de una legislatura que sobre el papel debe durar apenas quince más, y que el independentismo quiere que sea la de la desconexión de España. Hoy mismo será el propio Puigdemont el que presentará su plan de gobierno para lo que queda de legislatura, un calendario de actuaciones de tono pretendidamente social que, en cualquier caso, se sustentan sobre un primer tramo de total parálisis legislativa e iniciativas de tono bajo. Ni una sola ley o gran proyecto se han aprobado durante este periodo: cuando el objetivo, la independencia, es un imposible, gobernar es una carga .
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Aunque el nuevo ejecutivo presume, y así también lo reconoce la oposición, de haber reducido el grado de gesticulación de la etapa de Artur Mas -la estrategia reconocida es la de ir trabajando para la ruptura, construyendo las estructuras de Estado, pero evitando la provocación gratuita- lo cierto es que su acción de gobierno se ha acabado limitando, de nuevo, a la gestualidad. Eso sí, una política de gestos por lo que respecta al proceso soberanista que está siendo de fintar y amagar, rehuyendo el envite, esquivando lo que se percibe como una tutela cada vez más severa, rápida y efectiva por parte del Tribunal Constitucional.
Pirotecnia política
En la toma de posesión prometió únicamente «fidelidad al pueblo de Cataluña » y elevó luego el departamento de Exteriores a rango de consejería, pirotecnia política para luego, en una modulación del discurso que tiene desconcertado al soberanismo, asumir que «aún» no hay mayoría social para la ruptura y descartar la declaración unilateral de independencia (DUI).
Sus socios parlamentarios de la CUP recelan de este giro y han convertido la acción parlamentaria en un campo de minas que lleva a Junts pel Sí (CDC, ERC más los independientes) a la parálisis. Se percibe el desgaste cuando se trata de suavizar mociones como la que presentaron los antisistema tratando de arrastrar a sus compañeros de viaje al campo de la desobediencia, o en la estrambótica manera, de tapadillo, sin papeles, con que se tramitan las tres leyes llamadas de desconexión. Con un pacto con la CUP que no garantiza ni estabilidad ni objetivos comunes -aunque Puigdemont presuma de giro a la izquierda-, la próxima estación es la aprobación de los presupuestos, para lo que se requeriría el ahora imposible apoyo del grupo anticapitalista, con quienes se pactó un paquete social de casi 300 millones aún inédito.
Oriol Junqueras, en modo pragmático, pidiendo auxilio incluso al «papus» Cristóbal Montoro , se está empleando a fondo, y es, a la práctica, quien más está avanzando en las estucturas la futura «República catalana». Ayer mismo anunciaba que la Agencia Tributaria de Cataluña dispondrá de 850 empleados al final del primer semestre de 2017, 500 más que ahora, y abrirá 11 oficinas más también ese año, de forma que pasará de las cuatro actuales a un total de 15.
Entrevista con Rajoy
Sin el carisma que Artur Mas tenía entre los suyos -también sin el tono áspero que muchos le reprochaban al expresidente-, Puigdemont cumple cien días siendo presidente por accidente. La inacción, y la situación de interinidad que vive la política española ante la falta de gobierno -mañana acude a Madrid a entrevistarse con Mariano Rajoy -, han ayudado a que el presidente catalán haya podido gobernar sin aparentes quebrantos, más allá de los financieros que atenazan a su gobierno.