Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Parálisis

Después de las resoluciones del Tribunal Constitucional, ¿qué hará el independentismo? ¿Qué camino tomará?

Cuando empezó el “proceso” en 2012, se detectó en las filas nacionalistas un número indeterminado de individuos que tenían prisa por alcanzar cuanto antes mejor la independencia de Cataluña. Fueron etiquetados -¡ingenio!- como los “tenemos prisa”. Y recibieron la crítica de los sectores más “responsables” y “moderados” del independentismo. Hoy, el tiempo –se trata de una hipótesis de trabajo- les podría dar la razón.

El independentismo apresurado oteaba el horizonte y avistaba ciertos hechos con antelación. Por ejemplo: que el Tribunal Constitucional suspendería las ilegalidades procesistas; que algunos políticos independentistas podrían ser inhabilitados por desobediencia o prevaricación; que antes o después el Consejo de Garantías Estatutarias diría que la convocatoria de un referéndum de autodeterminación escapa de las competencias de la Generalitat; que la presunta corrupción de Convergència influiría negativamente en el apoyo al “proceso”; que una parte de la ciudadanía se cansaría del “proceso” si no ofrecía frutos tangibles; que el llamado unionismo superaría la espiral del silencio y los complejos y subiría a escena; y que el crecimiento económico y la salida de crisis no favorecería una aventura independentista -¿quién se arriesga a perder lo ganado con tanto esfuerzo y privaciones?- que, por lo demás, dejaría a los catalanes fuera de la Unión Europea. El independentismo acelerado andaba cargado de razones.

Después de las resoluciones del Tribunal Constitucional, con el artículo 155 de la Constitución en la reserva, cuando las inhabilitaciones ya han llegado y más que vendrán, y con el 3 % en los Tribunales, ¿qué hará el independentismo? ¿Qué camino tomará? O se alarga el procesismo hasta septiembre convocando un referéndum que será suspendido (¿avance electoral autonómico?) o se impulsa el ahora o nunca de los apresurados e impacientes que ven que la cosa se les escapa de las manos. Una parálisis de la que el nacionalismo piensa salir provocando al Estado.

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