Pacifistas de salón

El primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Gerardo Pisarello ha expulsado del Salón de la Infancia y la Juventud barcelonés al Ejército solo unos meses después de que la alcaldesa Ada Colau hiciera un feo desplante a los militares presentes en el salón de la Enseñanza. Y se ha quedado tan ancho.

Sostiene Pisarello que espacios educativos como las dos ferias “deben basarse en valores de paz y solidaridad”, palabras típicas de un ignorante pacifista de salón. A él, precisamente, hay que recordarle que La Paz va intrínsecamente ligada a los valores de la defensa que deben inculcarse a los jóvenes para que entiendan que hay quien se sacrifica para salvaguardar La Paz mundial hasta el punto de poner en riesgo su vida. Ya lo decían los romanos: si vis pacem, para bellum, que ahora podríamos traducir como si quieres paz, no descuides tu ejército porque a la vez que te defiende, salva vidas.

Como buen pacifista de salón que es, Pisarello critica todo lo que suene a militar y como el buen populista que también es derrama ríos de lágrimas pidiendo acciones en favor de los refugiados. Aunque lo cierto es que mientras nuestro populista-pacifista solo ve refugiados en el telediario, las fragatas españolas los rescatan por miles en las operaciones desplegadas en el Mediterráneo.

Los pacifistas de salón solo contribuyen a La Paz vendiendo soluciones simples para problemas complejos diluidas en humo, como todo lo que hacen. Se creen, ingenuos, que La Paz se gana despreciando al ejército que les defiende. Se piensan que la paz se consigue convirtiendo a los refugiados en un arma política mientras son otros los que les salvan la vida. Su manera de entender la paz consiste en, llegado el momento, enarbolar su rancio antimilitarismo y elogiar y defender sin atisbo de vergüenza a un dictador que jamás se quitó el uniforme de comandante.

Carina Mejías es presidenta del Grupo Municipal de C's en el Ayuntamiento de Barcelona