Ramon Espadaler - Tribuna Abierta

Una oportunidad para el diálogo

«Las posiciones maximalistas de una parte y de la otra únicamente contribuirán a abortar la oportunidad que nos ofrece el nuevo escenario político»

El apoyo a la moción de censura presentada por Pedro Sánchez y la toma de posesión de un gobierno de la Generalitat plenamente operativo abren un nuevo escenario político en Cataluña y en el conjunto de España. Debemos aprovecharlo para iniciar un diálogo realista que busque puntos de acuerdo entre unas partes hasta ahora antagónicas.

Pero apelar al diálogo no es suficiente como hemos visto hacer al presidente Quim Torra en sus últimas apariciones públicas. Es necesario delimitar los ámbitos sobre los que debe iniciarse y tomar conciencia de los límites infranqueables que tienen ambas partes. En este sentido, a mi parecer, es fundamental ubicar las conversaciones en las instituciones y dentro del marco de la legalidad constitucional.

Obviarlo supondría negar, de hecho, el diálogo que se reclama desde unas instancias políticas que no olvidemos que están legitimadas por las urnas y que, además, están obligadas a ofrecer salidas a la situación actual. Salidas que, a causa de la profundidad del problema, solamente podrán ser graduales.

La complejidad de este reto exige, por tanto, prudencia, tanto en la fijación de sus objetivos como en la delimitación y ordenación de los ámbitos sobre los que será necesario dialogar. Las posiciones maximalistas de una parte y de la otra únicamente contribuirán a abortar la oportunidad que nos ofrece el nuevo escenario político. En este sentido, no faltarán las tentaciones ya que una parte -no la totalidad- de la oposición a los dos gobiernos tendrá como objetivo hacer descarrilar cualquier tentativa de diálogo.

Corresponde, pues, empezar a generar un espacio de confianza mutua entre gobiernos y grupos políticos, que solo puede partir de dos premisas: del reconocimiento explícito de que el problema debe gestionarse desde la política y del reconocimiento, de partida, de las diferencias abismales entre ambos gobiernos.

Es el momento de poner en valor la voluntad expresada por ambos ejecutivos -que presumimos sincera- de situar la búsqueda de soluciones en la política y en las instituciones, por difícil que pueda parecer. De hecho, como ya hemos visto, la alternativa no conduce a nada. Demos, pues, una alternativa al diálogo.

Una oportunidad para el diálogo

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