Eva Granados - Tribuna Abierta
O democracia o desobediencia
El último debate ha mostrado nítidamente que el president vicario no está en condiciones de gobernar Cataluña
Las votaciones del reciente Debate de Orientación Política General en el Parlament evidencian la incapacidad del govern Torra para gestionar de manera estable y eficaz la primera institución de Cataluña, y muestran también la falta de confianza entre los diversos actores del independentismo. Una combinación letal que ofrece un espectáculo que debería de avergonzar a cualquiera que crea en la política como instrumento de mejora de la sociedad.
El último debate ha mostrado nítidamente que el president vicario no está en condiciones de gobernar Cataluña, que los embustes de la campaña electoral condicionan la gestión hasta el extremo de llevarnos a una realidad alejada sideralmente del discurso que mantiene.
La prueba más clara de esa distancia entre discurso político y realidad es el empecinamiento de los cónsules de Waterloo en la Ciudadela en desobedecer al Tribunal Supremo. A pesar de que la justicia arbitra la fórmula para que en ningún caso se alteren los resultados electorales, los postconvergentes se obcecan en escenificar una desobediencia que debilita al Govern y, de pasar de la gesticulación a los hechos, nos puede llevar al desastre, como ya sucedió la pasada legislatura.
Al optar por la desobediencia Torra debilita la democracia, porque ha hecho entrar en crisis institucional el Parlament y ha contagiado al conjunto de las instituciones de autogobierno la crisis de confianza con sus socios de ERC. Si en alguna ocasión existió esa confianza hoy está muy tocada. Se han engañado entre ellos, se han puesto trampas mutuamente, y nos han pretendido engañar a todos y hacernos caer en sus trampas. Ahora ya no cuela. Se hace difícil pensar que alguien pueda gobernar en estas condiciones. El presidente del ultimátum parece que tiene un gobierno en las últimas.
Cataluña merece un gobierno estable y eficaz. Y hoy, por muchas fotos que se hagan el señor Torra y el señor Aragonés, no lo tiene. Los resultados de las votaciones en el Parlament certifican que sólo existe un camino: el del respeto; el del respeto a nuestras leyes y a los tribunales; pero, sobre todo, a la ciudadanía, que ve avergonzada este lamentable espectáculo.