Un nuevo año convulso

Recién entrados en enero de 2017, que para unos debiera ser el de la liberación y será sin embargo el año de la gran frustración, los otros seguiremos en el lado de la Ley y el sentido común aunque ahora seamos los malos catalanes que nos permitimos discrepar del discurso oficial. Ha sido una navidad y fiestas anexas en las que la gente ha recuperado levemente la ilusión en la economía y el crecimiento y han transcurrido en paz pese a las alertas del terrorismo internacional, viéndonos tan sólo obligados en clave doméstica a soportar el patético espectáculo que han dado algunos políticos de nuevo cuño con sus manifestaciones, así como al delirio separatista con sus bien pertrechadas formaciones mercenarias en su misión del fundamentalista adoctrinamiento de todas aquellas personas que se les ponga por delante, incluidos los niños cuya ternura y limpieza todavía no conoce la perversidad.

Y mientras el provincianismo y la simpleza de miras pasea esteladas y farolillos por cabalgatas y actos públicos, el mundo exterior anda enviando mensajes claros de todo aquello que está fuera de la Ley y por tanto es imposible. La señora May intenta poner orden en su jardín inglés del Brexit con Escocia y los propios británicos muy escocidos, Alemania arruina las casi nulas aspiraciones de una Baviera independiente, Francia tiembla ante la amenaza Lepenista y Austria, Holanda y otros países vadean los terrenos pantanosos del populismo nacionalista.

A todo ello las miradas se hallan puestas en la incógnita nueva política americana, crecen los atentados terroristas y el nuevo zar de todas las rusias mueve sus fichas en el tablero.

Por todo ello debiéramos estar satisfechos de dejar atrás unos días festivos y un año viejo para mirar adelante, al nuevo que será convulso, y olvidarnos de gastar energías en aventuras imposibles, desacatos y malignos adoctrinamientos pues bastante movimiento habrá en el escenario global. Y nosotros ahí estaremos, peleando por sumar y no restar, por multiplicar y no dividir. Nuestro país no merece menos.

Mariano Gomà es presidente de Sociedad Civil Catalana