José García Domínguez - Punto de Fuga
No son fascistas
Cuando en la reyerta política cotidiana se quiere descalificar a alguien por un proceder atrabiliario, es frecuente que se le tilde de fascista, aunque el así retratado nada tenga que ver en absoluto con las doctrinas de Mussolini o Hitler
El término “fascismo”, vocablo de muy preciso significado que sirvió en origen para designar a ciertas corrientes políticas de tintes totalitarios, las que emergieron en la Europa del primer tercio del siglo XX, ha acabado convirtiéndose con el tiempo en poco menos que un simple insulto. Cuando en la reyerta política cotidiana se quiere descalificar a alguien por un proceder atrabiliario, es frecuente que se le tilde de fascista, aunque el así retratado nada tenga que ver en absoluto con las doctrinas de Mussolini o Hitler. Sin ir más lejos, a los firmantes de ese manifiesto que reclama la expulsión del castellano en el ámbito institucional catalán se les ha calificado de fascistas en alguna prensa bienintencionada. Y, sin embargo, resulta más que evidente para cualquiera que los conozca que ninguno de esos señores es fascista. Ni lo son ni lo han sido nunca. Bien al contrario, el rasgo ideológico que caracteriza a todos y cada uno de los promotores de ese escrito es su contrastada militancia en el catalanismo político y cultural.
Esos ilustres caballeros que tienen por una lengua colonial y extranjera a la propia de la mitad de los ciudadanos de Cataluña, lejos de encarnar con ello una actitud fascista, se han limitado a repetir en voz alta la doctrina canónica del catalanismo ortodoxo. ¿A qué viene, pues, tanto escándalo farisaico, tanto rasgar hipócrita de vestiduras? ¿A qué tanta lágrima de cocodrilo? ¿O acaso el célebre inmersor Arenas y el resto de la tropilla manifiestante han dicho o escrito algo que no hubieran dicho o escrito un millón de veces todos los dirigentes históricos del catalanismo político, desde Almirall y Prat de la Riba hasta el último talibán asilvestrado de la ANC? Al cabo, el único pecado de esos pobres filólogos iluminados ha sido recitar en el foro público lo que muchos otros, bastante más inteligentes que ellos, únicamente conceden confesar en privado, lejos de la presencia indiscreta de cámaras y micrófonos. No, no son fascistas. Son nacionalistas.