Muere el periodista José Martí Gómez, el rostro humano de la crónica negra

En activo desde 1966, el periodista, de 84 años, pasó por 'Mundo Diario', 'El Periódico', 'La Vanguardia', 'El País' y la 'Cadena Ser'

Martí Gómez Cadena Ser
Sergi Doria

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Con su serio semblante José Martí Gómez atesoraba la principal virtud del periodista que pretende contar bien las cosas. Hablar poco y escuchar mucho. Y cuando hablaba todos los presentes le escuchaban. La última vez que le saludé fue en la plaza Goya; creo que venía de La Bodega Sepúlveda donde a veces comía con Joan de Sagarra, otro maestro del columnismo y colega de su generación.

La generación de Martí Gómez ostenta biografías parecidas: nacidos en la Guerra Civil, en su caso en la Morella de 1937, se sabían de memoria las canciones de Raimon: Martí Gómez ha dejado encargada para su funeral 'Jo vinc d'un silenci (Yo vengo de un silencio)'.

El silencio y la connotación constituían la ecuación perfecta para sobrevivir a la censura. Diplomado en Magisterio por la Universidad de Valencia, Martí Gómez debutó en 1963 como corrector en 'Diario de Barcelona' y en el 65 pasó a 'Mediterráneo', una cabecera de la prensa del Movimiento. En 1970 su amigo Josep Maria Huertas Claveria lo llevó a 'El Correo Catalán' que dirigía Andreu Roselló con Manuel Ibáñez Escofet de subdirector: ambos querían reconvertir aquel diario carlista que financiaba el empresariado algodonero en un 'Daily Mail' a la catalana. El dúo de apellidos compuestos -Huertas Claveria y Martí Gómez-, al que se unió Jaume Fabre, aprovechó la coloreada edición dominical para sus reportajes de la sección Guía Informal, siempre al límite de la ley de prensa: desde el barraquismo a las sordideces del estraperlo, pasando por la Barcelona de la guerra civil.

La carrera periodística de Martí Gómez prosiguió con sus entrevistas en el semanario 'Por Favor' junto a Juan Marsé y Josep Ramoneda. Pasó por 'Mundo Diario', 'El Periódico', 'La Vanguardia', 'El País' y la 'Cadena Ser': el título de Hora 25 que dio a su colaboración del informativo nocturno, identificó desde 1972 el programa que conducía Manuel Martín Ferrand. Colaborador en 'La ventana' con Gemma Nierga, entre 2012 y 2020 fue subdirector del magazín 'A vivir que son dos días'.

En los dieciséis libros que dio a la imprenta predomina la crónica negra: 'Asesinatos por amor', 'Amor y sangre en la oficina', 'Historias de asesinos: el crimen en España desde 1970 a nuestros días', 'Animales de compañía: historias reales de atracadores fracasados, estafadores modélicos, amantes deprimidos y correspondencia de prisión'. Cultivó la biografía (Joan Raventós, Lady Di -fue corresponsal de la Ser en Londres- y la familia Lara) y homenajeó al periodismo en 'El oficio más hermoso del mundo: una desordenada crónica personal'.

Aferrado al teclado, sempiterno cigarro en los labios, Martí Gómez se interesó por el rostro humano que camufla la áspera epidermis de las páginas de sucesos sucesos. Su segundo hogar fue el Palacio de Justicia de Barcelona: «Por sus seis salas de lo penal vi desfilar traficantes de drogas, parricidas celotípicos, jóvenes cuerdas de presos, mujeres desengañadas, asesinos con alto coeficiente intelectual, atracadores sin oficio, gentes de folletín con historias que hubiesen hecho palidecer la letra de cualquier tango…»

Martí Gómez fue alejándose de la vida pública «por la edad, por el cáncer, por el aburrimiento», aunque no dejó de escribir y participar en las redes. El hombre al que costaba arrancar una sonrisa, salvo cuando ganaba el Español, transmitió a su familia el titular para la última crónica: «La vida es bonita».

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