Muere a los 49 años el promotor José Cadahía, fundador de Razzmatazz e impulsor del festival Summercase

El empresario, fallecido el pasado 10 de diciembre, sacudió la escena musical de principios del siglo XXI con su efímero emporio de festivales y clubs

José Cadahía El Periódico

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La sala Razzmatazz, la discográfica Sinnamon (sí, por la Sally Cinnamon de los Stones Roses), una larguísima lista de festivales en la que caben el Summercase, el Daydream, el Creamfields, el Wintercase, el Ola... Cuando el barcelonés José Cadahía tomó las riendas de la sala Zeleste, emblemático local que a punto estuvo de irse a pique a principios de siglo, pocos podían imaginarse que aquel casi treintañero de aspecto tímido y que ya se había infiltrado en la noche barcelonesa con el Mond Club y el Mond Bar, ambos desaparecidos hace años, acabaría levantando un emporio empresarial tan vibrante como polémico y efímero.

Un imperio musical del que apenas queda hoy rastro -sólo la sala de la calle Almogàvers, recién cumplido su XX aniversario, aguanta el tipo- y del que el propio Cadahía, fallecido en su piso de Barcelona el pasado 10 de diciembre a los 49 años por causas que no han trascendido, según avanzó ayer «El Periódico de Cataluña», se desvinculó por completo hace más de una década. Es más: después de subir como la espuma, irrumpir con brazo de hierro en el negocio de los macrofestivales de verano y contribuir a inflar la burbuja festivalera de los primeros 2000, Cadahía dio por bueno el estribillo de «The Harder They Come» de Jimmy Cliff y quebró de manera estrepitosa. El batacazo fue tal que, arruinado, se borró del mapa en 2008 para reaparecer más tarde en Brasil. Desde entonces, poco o nada se supo de un empresario y promotor que pasó en tiempo récord de entusiasta impulsor de las noches A Saco a archienemigo de los promotores más veteranos.

Su primera gran gesta fue comprar Zeleste, legendario club ahogado por las deudas, y junto a su socio Daniel Faidella reabrirlo a finales del año 2000 con el nombre de Razzmatazz, homenaje nada velado a la canción de Pulp. Cadahía quería fichar a Primal Scream para la inauguración, pero al final tuvo que conformarse con unos pletóricos The Flaming Lips. Era 14 diciembre, en la otra punta la ciudad AC/DC ponían a prueba los cimientos del Palau Sant Jordi y la sala cubierta con mayor aforo de la ciudad volvía de nuevo a la circulación.

The Flaming Lips repetirían poco después en el Wintercase, festival de invierno que se celebraba de forma simultánea en cuatro ciudades y que sirvió de banco de pruebas a bandas como Franz Ferdinand, Death In Vegas, Kaiser Chiefs, Suede, Teenage Fanclub... De aquella pasión por el pop británico nacería también Sinnamon Records, discográfica que pasó de licenciar casi todo lo que publicaba de Rough Trade a relanzar (o por lo menos intentarlo) las carreras de Astrud, La Buena Vida o Chucho. Otra víctima colateral de un modelo de negocio que creció aún más en 2006, cuando organizó el primer Summercase, macrofestival de verano que se celebraba al mismo tiempo en Madrid y Barcelona.

o entre otros, fueron algunos de los fichajes de una cita que sólo aguantó tres años en la agenda. La progresiva inflación de los cachés y la implicación de Cadahía en otros eventos como el Ola de El Ejido, el Forward en Madrid y Valencia y el Daydream Barcelona ayudó a que la caja se vaciase cada vez más rápido. Así, en 2008 todo se fue al traste, Sinnamon entró en concurso de acreedores en 2008 y Cadahía se instaló en Brasil. Cadahía vivió sus últimos años en Barcelona, pero no volvió a involucrarse en el tejido económico musical de la ciudad.

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