Ángel González Abad - Los martes, toros
A Morante ya lo echaron de Barcelona
Morante anunció el domingo que se retiraba de los ruedos. De algunas plazas, como la de Barcelona, ya lo había hecho
La noticia corrió como la pólvora en la noche del domingo. Morante de la Puebla se retira. Dice adiós a los ruedos, nadie sabe hasta cuándo o si esta vez será de manera definitiva. El torero que lleva el arte como bandera corta la temporada y deja su hueco en los carteles contratados a quien quiera o pueda sustituirlo.
Las plazas huérfanas de un torero carísmático, al que en Barcelona lo echaron de feas maneras la alcaldesa Colau y sus adláteres hace ahora dos años. El torero de la Puebla quiso disponer de una fachada en el centro de la ciudad para colocar una gran imagen suya impregnada de símbolos dalinianos. Se trataba de promocionar así su participación en la Feria del Pilar de Zaragoza, uno de los ciclos al que año a año acuden los aficionados catalanes en su exilio taurino.
Nada más ni nada menos que 50.000 euros era el precio para colgar aquella imagen, más 12.000 euros en concepto de tasas e impuestos municipales. Pero Colau dijo no a esa expresión, a esa creación artística, y Morante fue vetado sin mayores explicaciones. La defensa que, por ejemplo, hizo Colau de la libertad de expresión ante las pitadas al himno nacional, no se la aplicó a Morante, que tantas veces triunfador en la Monumental, no pudo ni siquiera aparecer por Barcelona en foto. Una gran foto, una excelente creación artística que fue censurada sin que a nadie le temblara la mano. Como antes, como mucho antes, como si un azul intenso hubiera teñido las vestimentas de los responsables municipales.
Morante anunció el domingo que se retiraba de los ruedos. De algunas plazas, como la de Barcelona, ya lo había hecho. Mejor dicho, ya lo habían retirado porque ni siquiera le dejaron exponer su imagen de torero artista. Demasiado eso de entender el arte para quienes prefieren manejar en nombre de una pretendida democracia las tijeras de la censura.