Ángel González Abad - Los martes, toros

La Monumental, en excedencia

Si alguien hubiera asegurado hace un siglo que la Monumental iba a permanecer cerrada por orden de la propiedad, pocos lo hubiesen creído

Ayer, la Monumental de Barcelona cumplió 101 años. Cumpleaños en soledad en el año I de la una nueva era, año I de una plaza en excedencia forzosa. Aquel 27 de febrero de 1916, el Sport se vistió de largo. Había sido inaugurado dos años antes, pero el éxito que supuso la tercera plaza de toros en la ciudad, obligó a su ampliación, a una completa remodelación y a una nueva plaza que abrió sus puertas para satisfacción de una afición cada vez más arraigada.

Por aquellos días, Barcelona estaba inmersa en un grave conflicto social. Sus poco más de seiscientos mil habitantes sufrían con preocupación el alza imparable de los precios de los alimentos básicos como la harina. En las fábricas de sucedían las asambleas, las huelgas, los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad...

Eran otros tiempos, sin duda. Entonces, una conflictividad social que nacía de abajo, de la necesidad de hacer frente a lo más básico, algo que los gobernantes no acertaban a solucionar. Y de fondo, una guerra mundial. Ahora...

Pero estábamos en el 27 de febrero de 1916. Con todo, los teatros y locales de esparcimiento bullían en plena efervescencia, y tres plazas de toros a pleno funcionamiento. Los toros de Benjumea elegidos para abrir el nuevo coso no respondieron y de la terna solo Francisco Posada cortó una oreja, mientras el gran Joselito y Saleri II se fueron de vacío. Fue el primer día de una larga vida, fue el primer párrafo de un siglo de historia del toreo, de ciento y un años de historia de Cataluña.

Estamos en 2016, socialmente Barcelona y Cataluña son otras a las de hace un siglo, aunque el conflicto perdura. Otro conflicto, claro; que ahora el precio del pan preocupa relativamente poco, y menos a los gobernantes.

Si alguien hubiera asegurado hace un siglo que la Monumental iba a permanecer cerrada por orden de la propiedad, pocos lo hubiesen creído. Un loco iluminado, un chalao. ¡La Monumental cerrada, quiá! Pues quiá, que nos la han puesto en excedencia.

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