Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Sectarios

«Más de una decena de alcaldes catalanes piden al Ejército que acuda a su ciudad para desinfectar calles, edificios, hospitales y geriátricos»

Miquel Porta Perales

La gestión de la epidemia del Covid-19 por parte de la Generalitat es un buen ejemplo del sectarismo, sin solución de continuidad, que caracteriza al independentismo catalán. Aunque, la Generalitat, lo que se dice gestionar, no gestiona nada. Lo que sí hace -muy bien, por cierto: marca de la casa- es boicotear cualquier alternativa que no provenga del «país». Un ejemplo sangrante: la Generalitat -con la ayuda del inestimable coro de fanáticos, paniaguados y apesebrados que le ríen las desgracias desde los medios del Régimen o la Red- se opone a que el Ejército -la UME- desinfecte lo que proceda. Y no solo se opone, sino que pone en duda lo que el Ejército pueda hacer. Así, el nunca bien ponderado Miquel Buch -consejero de Interior- afirma que «desplegar el Ejército es del todo innecesario». Grande, la perspicacia de Miquel Buch. Tan afinada es que más de una decena de alcaldes catalanes piden al Ejército que acuda a su ciudad para desinfectar calles, edificios, hospitales y geriátricos. Vale decir que, finalmente, el consejero agradeció la intervención de la UME.

Quizá -dicen algunos- el problema del independentismo no sea el sectarismo, sino la falta de reflejos. Discrepo: el problema es el sectarismo. Veamos lo que declara Miquel Buch. Si es cierto que el consejero agradece -finalmente- la intervención de la UME y del Ministerio de Agricultura; si ello es cierto, también lo es que explica que se trata de una ayuda entre «vecinos». Presten atención al texto de Miquel Buch: «Cuando un país tiene un fuego y se expande, nos ayudamos mutuamente con los vecinos. Si estuviéramos en el Empordà la haría Francia, pero ahora estamos al lado del Estado español». O sea: para él, España -perdón, consejero: quería decir el Estado español- es como Francia. Ahí tienen el sectarismo de un político de tres al cuarto con los reflejos suficientes para salir airoso -eso cree- de una situación que entiende -¿cómo explicar a la parroquia que no somos nadie y España nos ha de ayudar?- complicada.

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