Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Pavoneo
«La comparecencia de los políticos presos en el Parlamento de la Cataluña fue una suerte de escaparate para su lucimiento y autosatisfacción»
El pasado martes el Parlament fue una fiesta. La fiesta de unos políticos presos por los delitos de sedición y malversación que fueron recibidos, por los parlamentarios independentistas, como héroes y/o mártires. Abrazos, aplausos, gritos, sonrisas y lágrimas. Y ese complejo de superioridad del independentismo. Y ese pavoneo que les caracteriza. ¿A qué fueron al parlamento? En principio, para evaluar las consecuencias de la aplicación del 155 de la Constitución.
No se engañen, la razón es otra: blanquear el golpe al Estado implementado por el independentismo en septiembre y octubre de 2017; mostrar las consecuencias catastróficas de la represión sin límite del Estado en Cataluña; evidenciar la buena voluntad de unos políticos injustamente encarcelados por unos delitos que nunca existieron. Agitprop aderezado con toques poéticos y paternalistas y con dosis de diálogo y negociación. Por supuesto, también de autodeterminación. Vaya, que lo volverán a hacer. O, como dijo Oriol Junqueras, «lo volverán a ejercer». No se sabe cuándo, pero insistirán en el asunto. La comparecencia de los políticos presos en el Parlamento de la Cataluña fue una suerte de escaparate para su lucimiento y autosatisfacción. Y a fe que los parlamentarios independentistas miraron el escaparate. De hecho, se miraban y aplaudían -satisfechos- a sí mismos. Un caso digno del doctor Freud.
De la comisión parlamentaria independentista sobre las consecuencias del 155, ¿qué? Previsible: un desastre que -por independentista decreto- dañó y empobreció Cataluña. Lo dicen ellos, condenados en firme por malversación de recursos públicos. ¡Bendito 155 que cesó a responsables del golpe a la democracia y suprimió determinados organismos -Consejo Asesor para la Transición Nacional, Diplocat o la embajadas de la Generalitat- que sí dañaron y empobrecieron. Un 155 que recuperó el orden constitucional. Un bálsamo. ¡Qué alivio! Visto lo visto, ¿quién cree que con el 155 -que administró el presupuesto sin concesiones- vivíamos peor?