Miquel Porta Perales - El oasis catalán
El naufragio
«Efectivamente, el naufragio del procés -¿ineficacia innata?- se traslada a la gestión (?) de la epidemia en Cataluña. Una auténtica ruina»
Tenía dudas para clasificar la gestión del Covid-19 por parte de la Generalitat. En un primer momento escogí los términos desastre, desgracia, fracaso, hundimiento, naufragio, siniestro y ruina. Finalmente, me decidí por naufragio. La razón, en la primera acepción del DRAE: «Pérdida o ruina de la embarcación en el mar o en río o lago navegables». Cosa que cuadra perfectamente con mi intención clasificatoria: la embarcación (la Cataluña afectada por Covid-19) que se pierde o arruina en el mar, río o lago del virus. En buena medida, por deméritos propios. Al igual que el procés, la gestión sanitaria naufraga.
Efectivamente, el naufragio del procés -¿ineficacia innata?- se traslada a la gestión (?) de la epidemia en Cataluña. Una auténtica ruina: el Ejército y la Guardia Civil construyen hospitales de campaña para paliar la falta de recursos y la Generalitat los paraliza esgrimiendo el «criterio técnico» de la estética o la ubicación; las mascarillas no llegan y cuando se anuncia que están a punto de venir, se retrasan de nuevo y menos mal que el Estado envía un contingente que la Generalitat recibe de mala gana; la gestión de las residencias de las personas mayores -competencia del departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias- se traslada al departamento de Salud para logar mayor eficiencia, pero la situación continúa igual; la consejera de Presidencia y portavoz del Govern no se pone de acuerdo con la consejera de Salud -ducha en el asunto: un día anunció que no había fallecidos, cuando sí los había- sobre la cifra de fallecidos, que es superior a la oficialmente la comunicada; se avisa de la llegada de test, pero no se sabe cuándo, ni dónde, ni con qué criterios se harán estas pruebas «rápidas». Dicho lo cual hay que añadir que Joaquim Torra, además de hacer comunicados presionando al Gobierno -a eso se llama oportunismo político-, exige que España tome «decisiones rápidas». Y se queja amargamente: «No podemos esperar nada de Madrid». ¡Mira quién habla!