Miedo

A ver, ¿quién confía en la Generalitat y su gestión de la Covid-19? Lleida, por ejemplo. ¿Cómo es posible que no se tome rápidamente ninguna decisión en la comarca del Segrià cuando existen 150 contagiados por cada 100.000 habitantes? Vale decir que el criterio generalizado para decretar el confinamiento perimetral es de 50 contagiados por cada 100.000 habitantes. ¿A qué esperaban? ¿Cómo es posible que un día antes del nuevo confinamiento la consejera de Salud asegure que no tomará semejante decisión? ¿Qué ocurre aquí? Lo de siempre. España, culpable. En un primer momento, la culpa es de una centralización que impide que la Generalitat tome sus propias decisiones. Pero, a medida que se consolida el brote, con una Generalitat que ya ha recuperado sus competencias, la culpa es de la política migratoria del Estado. Oigan, ¿quién contrata a los temporeros a la luz del día y en plena calle? ¿Acaso la Generalitat no tiene competencias en la gestión y control de los temporeros? Más. ¿El contagio se debe solo a los temporeros? ¿Qué hace la Generalitat para controlar el brote? ¿Cómo es posible que Cataluña lleve dos meses sin nombrar al nuevo Secretario de Salud Pública de la Generalitat? Por cierto, el mismo día de la nueva confinación, Carles Puigdemont y sus correligionarios se reúnen en Perpiñán bajo el manto de un fantasmal Consejo por la República para continuar con la farsa. Y el ex consejero Toni Comín -que lo fue de Salud: así nos va- se mostró partidario -desde el «exilio»: valiente, Toni Comín- de una confrontación con el Estado que culminara el «proceso». Con estos mimbres, ¿se imaginan lo que hubiera ocurrido en la Cataluña independiente nacionalista?

La culpa no es de España, sino de una Generalitat incompetente en que el coraje y responsabilidad brillan por su ausencia. ¿Negligencia? A lo que hay que añadir el miedo de JpCat y ERC a que una nueva confinación les haga perder votos. La verdad del asunto: el miedo lo tenemos los catalanes al ver en manos de quien estamos.