Mercadeo

La más que posible abstención de ERC en la investidura de Pedro Sánchez obedece al miedo y la desconfianza. Vayamos por partes. El PSOE tiene miedo a unas terceras elecciones que castigarían a un socialismo que sería visto como el culpable del embrollo político. Por su parte, ERC -si no pacta con el PSOE- tiene miedo de perder la ventaja electoral que le conceden las encuestas gracias a la parte de la ciudadanía que está harta del «proceso» y desea un poco de tranquilidad. O, cuanto menos, una tregua que le permita respirar sin tantos sobresaltos. Al respecto, no hay que obviar a JpC y a Carles Puigdemont. Si es cierto que los neoconvergentes y Carles Puigdemont son un lastre para la abstención de ERC, no es menos cierto que JpCat y el ex presidente de la Generalitat son un lastre para sí mismos al ser asociados como el partido de la bronca en un tiempo en que conviene recuperarse del descalabro y tomar nuevo aliento. Tampoco cabe olvidar que una parte de la neoconvergencia ha abandonado ya a JpCat y Carles Puigdemont para situarse en el amplio espectro de una moderación que pretende ocupar ERC. Y la moderación -real o supuesta- es una de las cartas a la que juega ERC.

A todo ello, hay que añadir la desconfianza mutua entre ERC y PSOE. Si no hay pacto, ERC teme que el Estado se radicalice ante/contra el independentismo y el PSOE teme que se radicalice el independentismo. Por eso, se acelera el pacto. Y ahí es cuando aparece el mercadeo político. Pacto, ¿a cambio de qué? Por lo que sabemos -el acuerdo es más obscuro que la mismísima caverna de Platón-, a cambio de la abstención el PSOE acepta una mesa de negociación con consulta final incluida. ¿Qué tipo de consulta? ¿Una reforma estatutaria? ¿Un nuevo Estatuto? ¿Una reforma constitucional? ¿Otra alternativa distinta? No sabemos nada, porque nada se nos dice. Lo que sí sabemos es que, gracias al mercadeo con el PSOE y el PSC, ERC ha conseguido un instrumento de negociación que podría sobrepasar el marco legal vigente.