Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Marrullería
El propósito de Carles Puigdemont no es otro que el de poner en apuros a una ERC que no quiere saber nada del 'presidente auténtico' y que hasta ahora no ha conseguido nada de la mesa de diálogo
Dicen que Carles Puigdemont lleva meses meditando. Sí, Carles Puigdemont medita. Y lo haría -parece- a la manera cartesiana: reflexionando sobre sí mismo. Esa reflexión rigurosa immanente a soi que busca la autenticidad existencial del sujeto pensante. Al respecto, Carles Puigdemont habría llegado a la misma conclusión que Descarte: 'Je pense, donc je suis'. Pienso, luego existo. Traducción: yo gané el referéndum del 1-O, luego soy el presidente de la República catalana en el exilio. Conclusión: Carles Puigdemont quiere ser reconocido como lo que cree ser. Para ello, aprovechando el reglamento del autodenominado Consejo para la República, que exige que el presidente de dicho Consejo no presida ningún partido político, Carles Puigdemont podría dimitir de la presidencia de Junts para serlo del Consejo. Es decir, para ser «proclamado» presidente de la República catalana en el exilio.
Carles Puigdemont -así regresaré a Cataluña, se dice a sí mismo- habría descubierto a Josep Tarradellas. Pero, ni Carles Puigdemont es Josep Tarradellas, ni la coyuntura de 1977 es la de 2022. Carles Puigdemont es un fugado de la Justicia democrática española y no todos los partidos políticos quieren que vuelva a Cataluña. Por lo demás, depende de los tribunales de la Unión Europa (TGUE y TJUE), del Tribunal Supremo español y -el asunto de la inmunidad- del Parlamento Europeo. En cualquier caso, más allá del delirante Consejo para la República en el exilio -que podría devenir Consejo de la República en el exilio-, el propósito de Carles Puigdemont no es otro que el de poner en apuros a una ERC que no quiere saber nada del 'presidente auténtico' y que hasta ahora no ha conseguido nada de la mesa de diálogo. Así se desprestigia a los republicanos en beneficio propio. Ítem más: la dimisión de Carles Puigdemont como presidente de Junts, desatará una batalla campal por la sucesión que el presidente auténtico intentará capitalizar colocando a uno de sus fieles servidores. Marrullería: astucia de mala intención.