Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Índice

La obsesión enfermiza y excluyente del nacionalismo catalán por la identidad persiste y aumenta

Miquel Porta Perales

Una de las obsesiones del nacionalismo catalán es la identidad. Lo propio que se distingue de lo impropio. Lo genuino frente a lo falso. Lo natural ante lo postizo. Lo catalán frente a lo español. En los inicios, allá por el siglo XIX y la Renaixença, la identidad de Cataluña -diseñada a la carta- definía a un pueblo con mil años de historia, una lengua, una cultura, una tierra, una voluntad de ser, una manera de ser, una consciencia colectiva y un espíritu. Todo ello, propio. Distinto. Un discurso sacralizado que remite a la afirmación heráldica.

La obsesión enfermiza y excluyente del nacionalismo catalán por la identidad persiste y aumenta. Así, se habla -entre otras cosas- de un carácter propio, una aptitud propia ante el trabajo, una Iglesia propia e, incluso, un índice propio para calibrar el grado de extensión o virulencia de la pandemia de la Covid-19. En España y la Unión Europea, así como en los demás Estados del mundo, el indicador que -avalado por la OMS- se utiliza para determinar el estado de la cuestión -el medidor de la pandemia- es la incidencia acumulada. Es decir, el número de casos por cien mil habitantes durante los últimos catorce días. Pero, en Cataluña se utiliza otro indicador: el índice del riesgo de rebrote o índice de crecimiento potencial que combina la velocidad de reproducción media del virus durante los últimos siete días y el índice acumulado. No voy a discutir -no soy epidemiólogo- cuál de los dos índices es mejor con todos sus pros y contras. Solo me pregunto por qué, incluso ante una epidemia, Cataluña ha de marcar un perfil distinto al de todos los demás.

¿Otra manifestación de la dichosa identidad propia -somos diferentes: ¿mejores?- que nos obliga a traducir el índice catalán al internacional para conocer la realidad? Y el caso es que la incidencia acumulada en Cataluña también se publica. Pero, en un lugar -como quien no quiere la cosa- secundario. Ya dijo Ludwig Wittgenstein -en otra coyuntura- que «la identidad es el diablo en persona».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación