Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Giratoria

«Como no podía ser de otra manera, el proceso ha alumbrado lo que se podría denominar la puerta giratoria secesionista»

Miquel Porta Perales

El proceso ha generado su particular puerta giratoria. Vayamos por partes. En el ámbito de la política española -lo mismo ocurre en la política europea y de más allá-, la expresión puerta giratoria designa el mecanismo que posibilita que algunos altos cargos políticos -aprovechando los conocimientos y contactos adquiridos- abandonen la esfera pública para incorporarse -beneficio mutuo- en la empresa privada. Algo parecido ocurre en la autonomía catalana. Pero, hay más.

Como no podía ser de otra manera, el proceso ha alumbrado lo que se podría denominar la puerta giratoria secesionista. Traduzco: un cambio o recambio de empleados públicos en beneficio de la independencia y los partidos que la impulsan. Vale decir que la puerta giratoria catalana no obedece únicamente a la cuestión secesionista, sino también -a veces, principalmente- al interés personal.

Según parece, parte de la Administración de la Generalitat, el denominado «sottogoverno» -para entendernos, una suerte de gobierno invisible o en la sombra formado por determinados funcionarios, asesores y cargos de confianza-, estaría librando su guerra particular. Un trasunto del enfrentamiento fratricida entre el Junts de Puigdemont y el Junts de Bonvehí. En las últimas semanas se han producido unos cambios -puerta giratoria a la catalana- en dicho «sottogoverno» por la vía del cese, la purga, la dimisión o el traslado del lugar de trabajo. Y ello, ¿por qué? Un par de razones.

Por un lado, unos y otros -es decir, el Junts de Puigdemont y el de Bonvehí- intentarían colocar sus peones en aquellos negociados -se acercan elecciones- que manejan el presupuesto. Por otro lado, unos y otros -los individuos concretos- habrían calibrado cuál es la apuesta que más les conviene -la nómina es la nómina- para mantener el empleo y el lugar de trabajo. ¿Una Administración al servicio de los ciudadanos? Sigue el hecho diferencial catalán. ¡Y pensar que Max Weber habla de la «vocación» y «preparación profunda y experta» del funcionario!

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