Confinamiento

Al independentismo catalán le ha dado por pensar. Por una parte, el Govern de la Generalitat ha creado el Grup Catalunya 2022 que, avalado -toda una garantía- por Joaquim Torra y Pere Aragonès, se propone liderar la salida de la pandemia de la Covid-19 con el objetivo de reconstruir Cataluña. Una estrategia que tiene tres fases: 1) gestionar la emergencia sanitaria; 2) salvar las personas y reparar los daños producidos por la pandemia; y 3) adaptar Cataluña al «nuevo mundo» que se avecina caracterizado por una nueva realidad política, económica, social y cultural. Vale decir que el grupo de trabajo analizará la situación y propondrá modelos de acción. Por su parte, ERC ha puesto también en marcha otro grupo de trabajo para reconstruir la Cataluña postpandemia. El objetivo republicano: «La Cataluña del bien común» en la cual «la sociedad catalana será más libre, más próspera y con un Estado del bienestar más fuerte». Las amenazas que superar: «Recortes de derechos, nueva ola de austeridad, recentralización del poder y populismo». ¿Cómo alcanzar la nueva Cataluña? Una dosis de retórica y una vuelta de tuerca populista: «Libertad republicana, ausencia de dominación, [fortalecimiento] de los poderes democráticos frente los poderes no democráticos, seguridad humana, nuevo estado del bienestar, prosperidad compartida».

Si quieren que les diga la verdad, las propuestas me parecen bien. Francamente, comparto la mayoría de los objetivos que se promueven. ¿Cómo negar la gestión de la emergencia sanitaria, la reparación de daños, la superación del populismo o la promoción del poder democrático, el bien común, la prosperidad o la seguridad? El problema: el adversario de todo ello es el independentismo que nos ha llevado al precipicio en que hoy se encuentra Cataluña. Sugerencia: los grupos de trabajo impulsados por el Govern y ERC podrían estudiar la manera de confinar sus ideas hasta que la carga tóxica que transportan no sea epidémica. Epidemia: abundancia de algo negativo o perjudicial.