Miquel Porta Perales - El oasis catalán
La calle
«Quienes creen que la calle será siempre suya, desean reconquistarla para volver a las andadas»
El independentismo está preocupado porque el estado de alarma limita, no solo los movimientos, sino también los derechos y las libertades. Cosa grave si tenemos en cuenta -apostrofan- que la policía patrulla por las calles multando al personal por desobediencia. Un ejemplo de autoritarismo y espiral autoritaria, dicen. Así se secuestra el espacio público, aseguran . Pero, hay más a tenor -ahí surge la unión táctica del independentismo retrógrado y la izquierda reaccionaria- de la presencia amenazadora de un ejército que estaría en la calle por lo que pasa o pueda pasar. Una manera -afirman- de militarizar una crisis sanitaria que permite disciplinar a la sociedad frente al enemigo. A ello habría que añadir -advierten- que el Estado, en lugar de fomentar los mecanismos de intervención comunitarios, incentiva el miedo al otro, la delación y el control en cualquier rincón de la sociedad .
Las críticas que acaban de leer provienen del discurso independentista e izquierdista que pulula por los medios catalanes. Es cierto que se puede criticar el estado de alarma. Y es cierto también que, como nos ha recordado el jurista Daniel Berzosa en estas mismas páginas, dicho estado podría infringir determinados derechos. Nada que objetar, pues, a la crítica que busca el retorno a la normalidad democrática. Lo que sorprende del caso es que, en Cataluña, los críticos más desaforados sean precisamente quienes se han apropiado de la calle y han señalado, descalificado, increpado y delatado sin tapujos cualquier disidencia. Ellos -los que poseen el copyright de la ética, los lazos, las banderas, la coacción, la deslealtad institucional, los adoquines y otras prácticas de probada efectividad antidemocrática: así se limitan derechos y libertades del vecino- se erijan ahora en defensores del espacio público. ¿La crítica del estado de alarma para recuperar la normalidad democrática? El quid de la cuestión: quienes creen que la calle será siempre suya, desean reconquistarla para volver a las andadas.