Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Barcelona

Estamos ante una ciudad que oscila entre la violencia desatada y el pacifismo ingenuo

Agentes de la Urbana, el pasado fin de semana durante los disturbios en plaza España Adrián Quiroga

Miquel Porta Perales

EN Las ciudades recogen lo que siembran. Quien repase lo ocurrido en Barcelona durante el último siglo, concluirá que estamos ante una ciudad que oscila entre la violencia desatada y el pacifismo ingenuo. La violencia desatada, por ejemplo, durante las primeras décadas del XX. Los trabajos y memorias de la época hablan de la costumbre de apedrear y agredir a palos o martillazos al adversario. Costumbre que se perfecciona con determinadas prácticas violentas que nos ahorramos de especificar. Al respecto, hay un trabajo del periodista Feliciano Baratech Alfaro (Los Sindicatos Libres en España. Su origen, su organización, su ideario,1927) que resulta suficientemente explícito. Cierto es que el autor pertenecía a unos Sindicatos Libres que no se andaban con chiquitas. Pero, el libro refleja el ambiente de la Barcelona de la época. Con el tiempo, el péndulo oscila hacia el pacifismo ingenuo: OTAN no, bases fuera, no a la guerra, paz, caceroladas, balcones con sábanas blancas, adhesivos, pancartas, pintadas, grafitis, bailes, cánticos, conciertos y demás elementos de la performance propia de la plástica pacifista. Un pacifismo que atiza sin contemplaciones a los Estados Unidos y al capitalismo liberal. De ahí que nuestros pacifistas rompieran los cristales de bancos y comercios del paseo de Gracia.

Ahora, el péndulo ha vuelto -se recoge lo que se siembra- al extremo de la violencia desatada. Ya sea la kale borroka procesista o los botellones juveniles. ¿La Generalitat plantará cara a los cachorros del secesionismo? ¿El Ayuntamiento de Barcelona se opondrá a la protesta y diversión de los jóvenes sin futuro? No. Porque, la Generalitat y el Ayuntamiento entienden -aunque a veces resulten «inaceptables»- que estamos ante manifestaciones y protestas con causa. La kale borroka daría cumplida respuesta al Estado represor y el vandalismo urbano sería el producto de un Sistema que margina y explota a una juventud que, por si fuera poco, ha sido confinada por culpa de la pandemia. ¡Pobrecitos!

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