Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Antojo
«La realidad nuestra de cada día nos indica que estamos en una grave coyuntura marcada por la epidemia»
El contexto resulta fundamental cuando se trata de valorar hechos y calibrar su alcance. En un contexto como el nuestro, ¿cómo valorar el proceso independentista desencadenado en Cataluña? Para responder la pregunta, conviene delimitar -como se acaba de decir- el marco en que se desarrolla. La realidad nuestra de cada día -la realidad más inmediata, valga la redundancia- nos indica que estamos en una grave coyuntura marcada por la epidemia/pandemia del coronavirus y sus consecuencias en los ámbitos sanitario, social, personal o económico. A lo que hay que añadir el problema migratorio localizado en la frontera entre Turquía y Grecia, las migraciones que surcan el mediterráneo o atraviesan los países centroamericanos, la inacabable guerra de Siria, la competencia petrolera entre Arabia Saudí y Rusia, el calentamiento global, la lucha comercial entre Estaos Unidos y el mundo, la desocupación laboral, el problema de la vivienda o la inseguridad ciudadana. Sin olvidar el hambre y las otras epidemias de las cuales se habla poco o nada -porque nos caen lejos- como el cólera, el dengue, el ébola, la malaria o el sarampión.
En este contexto, el proceso independentista desencadenado en Cataluña -más allá del golpe a la democracia y al Estado de Derecho, la deslealtad institucional o la extranjerización de una parte de la ciudadanía de Cataluña- se percibe como un capricho y antojo de individuos privilegiados, malcriados, malacostumbrados y consentidos. Insisto: capricho y antojo. Las dos cosas a la vez. Dicho sea en el sentido psicológico de ambos términos. El capricho como una manifestación airada y agresiva que remite a la impotencia y tiene que ver -componente neurótico- con una afirmación del Yo que dificulta las relaciones afectivas. El antojo, que se explica en función de los anhelos y factores emocionales, y exige el cumplimiento apremiante del deseo. «Actúa siempre a su antojo», dice la sabiduría popular. Unos tienen su antojo y los demás lo sufren. En Cataluña, por ejemplo.