Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Alpiste
. ¿Hay que creer a Oriol Junqueras y sus adláteres? ¿Quizá todo ello es la enésima expresión de una impostura independentista que busca una tabla de salvación?
Más pronto que tarde se convocarán elecciones autonómicas en Cataluña. Por ello, los partidos políticos catalanes comienzan a diseñar el perfil más adecuado -es decir, el que consideran el más adecuado- para presentar sus credenciales ante el ciudadano que vota. Todos los partidos políticos -Ciudadanos, JpC, ERC, PSC, comunes, PP, CUP y Vox-, además de brindar propuestas, marcan distancias con sus competidores.
El caso más destacado es el de ERC. Como consecuencia del pacto entre el PSOE y ERC, los republicanos se ven obligados -hay que atrapar votos a toda costa y en todos los caladeros posibles- a marcar distancias con sus socios de acuerdo para la «creación de una Mesa entre el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalitat de Cataluña para la resolución del conflicto».
Por ello, Oriol Junqueras arremete contra una España que reprime a quien vota, encarcela inocentes, cierra parlamentos por poner urnas y falsifica acusaciones. A ello, añade que defiende la democracia, nunca engañó a nadie, lo volvería a hacer y exige diálogo al PSOE. Por su parte, Pere Aragonès amenaza con la autodeterminación si la mesa de diálogo no avanza, y Roger Torrent prepara un homenaje a los políticos presos -serán «recibidos con los brazos abiertos»- con la excusa de la comisión parlamentaria que estudiará las consecuencias de la aplicación del 155. Finalmente, cabe añadir que ERC -después de tres años- está dispuesta a aprobar los Presupuestos de la Generalitat «para que la gente viva mejor» (Pere Aragonès).
Se acercan elecciones y ERC marca distancias con el PSOE para diferenciarse de los socialistas, para afirmar perfil independentista ante el electorado afín y perfil social frente al PSC y la CUP, y para competir -«lo volveremos a hacer»- con JpC y la CUP. ¿Hay que creer a Oriol Junqueras y sus adláteres? ¿Quizá todo ello es la enésima expresión de una impostura independentista que busca una tabla de salvación? ¿Alpiste para el «pueblo»? ¿O quizá nos espera, otra vez, lo peor?