Miquel Laborde - TRIBUNA ABIERTA

Los peligros económicos de un nuevo mandato de Ada Colau

En estos últimos siete años hemos presenciado el declive de la Ciudad Condal

Barcelona, a un año de las municipales INÉS BAUCELLS

Desde la llegada al gobierno de Ada Colau en el año 2015, el legislador no ha hecho más que poner trabas en su propio camino. La aspiración de toda gran capital es convertirse en referente internacional, y para ello, sus políticas deben atraer y facilitar la inversión, y no desincentivarla, como parece que sucede desde la entrada de los comunes al Gobierno municipal.

En estos últimos siete años hemos presenciado el declive de la Ciudad Condal, la cual no ha hecho más que perder interés tanto para el cliente nacional como para el internacional, en detrimento de la capital, Madrid, y otras regiones españolas. ¿Los motivos? Muy numerosos y diversos.

En primer lugar, cabe destacar la presente moratoria comercial en diversas zonas 'prime', que van desde el distrito del Eixample hasta zonas más concretas, como el Paseo Juan de Borbón. Esta legislación no hace más que poner trabas a la apertura de supermercados, restaurantes o cualquier otro local relacionado con la alimentación. Medidas, en definitiva, que impiden a los inversores encontrar la rentabilidad que tanto necesitan en zonas demandas y con tan alquileres elevados como estas.

El caso del Paseo Juan de Borbón es el mejor ejemplo para entender esta problemática. Si bien su horario comercial se ha visto ampliado, las moratorias impiden la apertura de nuevos locales pertenecientes a la hostelería y la restauración, pilares fundamentales para la creación de vida y movimiento. Este es el verdadero problema de fondo, pues las ampliaciones comerciales, si no van acompañadas de nuevos permisos de apertura, no sirven para nada. Se trata de un pez que se muerde la cola.

El motivo principal que alegan desde el Gobierno municipal para la suspensión de estos permisos de obra es la planificación de los denominados «ejes verdes». Medidas que, a mi parecer, carecen de sentido, pues incluso uno de los propulsores de estas 'Supermanzanas' ha criticado abiertamente el modo en el que es llevado a la práctica por la ciudad de Barcelona.

A toda esta crisis comercial hay que sumarle la todavía activa moratoria hotelera. Y es que, si bien el Tribunal Constitucional tumbó en 2021 el polémico Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (Peuat), la citada moratoria sigue vigente, obligando a los inversores a abrir sus negocios en la corona de Barcelona, cuando estos deberían estar donde pertenecen, es decir, en el corazón de la ciudad.

Lo único que permite el Ayuntamiento de Barcelona, a día de hoy, es la apertura de nuevos hoteles en zonas secundarias que no despiertan el más mínimo interés entre los operadores del sector, lastrando así la recuperación del turismo, que, pese a estar empezando a registrar cifras más altas, verá complicada la ocupación de todas sus plazas hoteleras.

Esta medida supone un problema gravísimo para el sector, pues cuanto menor sea el número de hoteles, más elevado será el precio de compra y mayor será el precio final que deberá pagar el usuario. La moratoria, por lo tanto, pone en riesgo la calidad de las instalaciones hoteleras, así como el crecimiento económico de una actividad tan importante en ciudades donde el peso del turismo es tan elevado como esta. Una ciudad como Barcelona necesita una regulación razonable y a la altura de sus visitantes.

Por último, es fundamental señalar los ya constantes retrasos que se producen a la hora de conceder los Informes Periciales de Urbanismo (IPU). La demora en la emisión de estos informes provoca un efecto dominó, en el que los inversores retrasan más y más la apertura de sus negocios, al adquirir un local sin tan siquiera saber, a ciencia cierta, el tipo de comercio que podrán acabar abriendo.

El clima actual es de desinformación y desorden absoluto. Todas estas normas, en su conjunto, tienen un efecto rebote casi letal, tanto a nivel económico como de mercado. El equipo de Gobierno actúa, aparentemente, sin ningún tipo de previsión y aplicando una serie de criterios populistas que carecen de reflexión sobre las graves consecuencias económicas que sus decisiones pueden tener en una ciudad de la envergadura de Barcelona. El riesgo de caer en desastre es permanente.

Miquel Laborde es socio fundador de Laborde Marcet

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