Miguel Milá, el diseño de una vida confortable

Premio Nacional de Diseño, Compasso d’Oro y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el creador reconoce que no puede evitar «trabajar en cosas útiles»

Milá, sentado en una mesa que diseñó en 1962 ABC

David Morán

En las primeras páginas de Lo esencial (Lumen) , biografía sui géneris de más de seis décadas entregado al diseño y a la búsqueda de soluciones confortables a los problemas del día a día, Miguel Mi (Barcelona, 1931) explica que entró en el mundillo sin saber muy bien qué era aquello del diseño y que aún hoy tampoco lo tiene demasiado claro. «He aprendido a vivir con pocas certezas. También a administrar pocas verdades», escribe.

El caso es que, de haber un momento epifánico, un subrayado en la mapa de la historia que señale el momento más o menos exacto en el que este sobrino del Perico Milà de la Casa Milà (La Pedrera, vamos) se convirtió en el gran pionero del diseño español, bien podría ser ese concurso organizado por Hogarhotel 2 en el que se tenía que amueblar una vivienda (sin contar la cocina) con tan sólo 50.000 pesetas.

Corría el año 1962 y, además de ganar el concurso, Milá presentó en sociedad una de sus creaciones más icónicas: la lámpara TMM, una pieza de madera de altura variable y pantalla de metacrilato translúcido que, aún hoy, es un codiciado objeto de deseo. «Fue muy económica, sí, pero ahora cuesta lo mismo pero en euros» , ironiza un Milá que, casi seis décadas después de aquello, sigue defendiendo que «no siempre el lujo es un confort, pero el confort siempre es un lujo».

Estética y bienestar

Esta es, de hecho, una de las muchas ideas que irradian Lo esencial . El diseño y otras cosas de la vida , libro en el que Milá desgaja las claves de su oficio y encadena reflexiones sobre los múltiples afluentes que han acabado desembocando en su vida. «Es un libro que no he escrito, sino que lo he hablado», destaca un Milá que, con la ayuda de la periodista Anatxu Zabalbeascoa, recorre las claves de una vida y una obra dedicada casi por completo a la estética.

Algunos de los diseños de Milá ABC

O, dicho de otro modo, a la belleza al servicio de las personas . «Mi preocupación con respecto al bienestar me ha llevado a hacer cosas muy sencillas pero que siempre acaban resolviendo problemas que hay a nuestro alrededor», defiende antes de traer a colación ejemplos como que «una lámpara debe alumbrar, no deslumbrar» o que «en un restaurante lo primero no es la comida, es el confort».

En el plano opuesto, el del diseño sobrado de estética pero con nulo sentido del confort, Milá cita esos lavabos que son poco más que una palangana encima de un mármol y sin espacio para dejar nada o esas habitaciones de hotel en las que cabe únicamente una maleta, nunca dos. Con todo, el responsable de objetos emblemáticos como esos bancos neorománticos diseminados por toda la ciudad o la lámpara de suelo Cestita considera que la cultura del diseño «ha subido mucho». Y lo ha hecho, añade, gracias a experiencias como Ikea y a sus precios «milagrosos».

Premio Nacional de Diseño, Compasso d’Oro y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes , Milá reconoce que no puede evitar «trabajar en cosas útiles» -«admiro a las personas que consiguen belleza en un objeto inútil», destaca- y celebra que Barcelona siga siendo uno de los grandes epicentro del diseño industrial. «Se ha mejorado mucho en todo el país, pero en Barcelona es donde mejor diseño se ha hecho», asegura.

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