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El «proceso» es un mutante que se adapta a la ficción independentista. ¿Que la encuesta del CEO indica que la independencia pierde enteros -cuatro puntos de diferencia- entre los ciudadanos de Cataluña en beneficio del constitucionalismo? No pasa nada. Carles Puigdemont asegura que la encuesta muestra que «el deseo de independencia es la corriente mayoritaria de este país». ¿Qué encuesta habrá leído el presidente? Más: el independentismo se olvida de la parte de la encuesta que indica que el 57,2% de los catalanes prefiere quedarse en España, ya sea vía región, comunidad autónoma o Estado federal. De lo que no se olvida es del referéndum: el 50,3% lo quiere, sea o no pactado con el Gobierno. Y el resto se divide en un 22,3% que lo quiere si previamente se ha pactado con el Gobierno, y en un 22,7% que no lo desea en ningún caso.

La encuesta del CEO anuncia el menú secesionista que nos espera hasta la convocatoria del referéndum -una cosa es convocar y la otra celebrar- y el adelanto de las elecciones autonómicas. Menú de un solo plato: referéndum de autodeterminación. Porque, eso -insistirán, inasequibles al desaliento- es lo que quiere mayoritariamente el pueblo de Cataluña. De aquí a septiembre ese será el mensaje, el lema y la consigna. Día a día, semana a semana y mes a mes. ¿La legalidad del referéndum? No cuenta, porque el pueblo quiere un referéndum por la independencia. ¿Un referéndum, por ejemplo, sobre la reforma de la Constitución o un nuevo Estatuto? No, porque el pueblo quiere un referéndum de autodeterminación que pregunte si Cataluña ha de constituirse en Estado independiente. Lo dice el CEO -organismo autónomo de la Generalitat- y punto.

Al «proceso», la encuesta del CEO le va mal y bien. Mal, porque evidencia que el independentismo pierde fuelle, las movilizaciones ya no funcionan y el músculo se contrae. Bien, porque le brinda el clavo ardiente del referéndum al que agarrarse, por unos meses, antes del fiasco final. Sigue la ficción.