Joan Carles Valero - LETRAS EXPECTATIVAS

Menos humos

A la Ada metropolitana y a su consejo de alcaldes les resulta más fácil prohibir que ampliar el transporte público

En la senda de la alcaldesa Carmena, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), ese superayuntamiento que agrupa 36 municipios y que preside Ada Colau, aprobó ayer que cuando se produzcan episodios de elevada contaminación, no podrán circular por las Rondas ni acceder a la capital los vehículos de gasolina matriculados antes de enero del 2000 ni los diésel anteriores a enero de 2006. El consejo de la AMB destina 46 millones de euros a un plan de 33 medidas a favor de mejorar la calidad atmosférica que, además de esas restricciones que cada año alcanzarán a más vehículos, incluye un nuevo título de transporte gratuito durante tres años para aquellos conductores que den de baja sus automóviles antiguos sin que compren uno nuevo.

Las puntas de contaminación ocurren cuatro días contados al año, pero la caza a los vehículos de más de diez años se ampliará en 2020, cuando la prohibición será permanente por el interior de Barcelona, una restricción que se extenderá todos los días en los 36 municipios metropolitanos en el horizonte de 2025. Las prohibiciones afectan a la mitad del parque de vehículos matriculados y, en mi opinión, son injustas para quienes habitamos en municipios donde no llega la tupida red de transportes públicos de la primera corona, por no hablar del caos ferroviario de Rodalies. Así, se amplía la brecha entre ciudadanos metropolitanos de primera, que podrán disponer hasta de transporte público gratis pagado con los impuestos de todos, y los de segunda, que nos veremos obligados a comprar un coche nuevo para acceder a nuestros centros de trabajo o estudio. Y a los pobres, les quedará el recurso de levantarse una hora antes para encadenar interminables trasbordos. A la Ada metropolitana y a su consejo de alcaldes les resulta más fácil prohibir que ampliar el transporte público.

Colau perpetró ayer otra “injusticia”, aunque de distinta calaña, con la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marin, al negar su apoyo al plan urbanístico Granvia-Llobregat para continuar la transformación de esa importante vía metropolitana, desde la plaza Europa hasta el río. El plan se cayó “in extremis” del orden del día porque el PSC se quedó solo con el apoyo de los consejeros metropolitanos de CiU, que suman con los socialistas la mitad de los 90 votos. Para deshacer el empate, se imponía el voto de calidad de Ada Colau, que dijo “no es no” a un plan que afecta al 8% del territorio de L’Hospitalet y contra el que se ha movilizado buena parte de su ciudadanía. Colau también bajó los humos al PSC.

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