«La medicina de precisión debe llegar a los antibióticos»
Domingo Gargallo, fundador de ABAC Therapeutics, advierte de que España es uno de los países de la UE con mayor índice de resistencia a los antibióticos por el consumo abusivo de estos fármacos durante años
En Europa fallecen cada año cerca de 25.000 personas a causa de infecciones por cepas multirresistentes. En todo el mundo se calcula que unas 700.000. Sin embargo, la investigación de nuevos antibióticos sigue sin ser una prioridad ni para las administraciones ni para la mayoría de las compañías farmacéuticas, que continúan centrando sus esfuerzos en encontrar nuevas moléculas para combatir el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Eso explica la ausencia de nuevos antibióticos desde hace cincuenta años. Domingo Gargallo, presidente de la Asociación Nacional para el Descubrimiento de Nuevos Antibióticos, advierte de que España es uno de los países de la UE con mayor índice de resistencia a los antibióticos por el consumo abusivo de estos fármacos durante años.
Para combatir esta situación, este biólogo reclama un cambio cultural que racionalice el consumo de estos medicamentos y un nuevo enfoque en el planteamiento de la búsqueda de nuevos principios. «Se necesitan antobióticos que actúen de forma más dirigida para frenar los efectos secundarios y mejorar su eficacia», señala Gargallo. Por este motivo, creó ABAC Therapeutics , una «spin off» del Grupo Ferrer dirigida al hallazgo de nuevos antibióticos más precisos. «Nuestro objetivo es que la medicina personalizada que ya existe en oncología llegue al terreno antibacteriano», apunta Gargallo.
- El uso incontrolado de antibióticos de amplio espectro para el tratamiento de infecciones y su uso masivo en los alimentos del ganado ha contribuido significativamente al aumento de cepas resistentes, cuestión que preocupa a las autoridades sanitarias internacionales. Paradójicamente, la industria farmacéutica parece haber renunciado a esa búsqueda y casi no hay nuevos antibióticos desde hace 50 años. ¿Qué puede hacerse para revertir esta situación?
- Encontrar nuevos antibióticos de amplio espectro, que luchen contra todo, es complicadísimo hoy en día. La solución a esta situación pasa por cambiar de estrategia y buscar fármacos más dirigidos, productos específicos para cada bacteria, lo que se conoce como medicina personalizada, que es la que se está utilizando con muy buenos resultados para combatir el cáncer. La lucha antibacteriana debería haber seguido el mismo camino que la lucha contra contra el cáncer. Hoy en día se usa más antibiótico para la producción de comida que para el tratamiento humano.
-¿Por qué a las farmacéuticas no les resulta atractivo invertir en antibióticos?
-Hay tres elementos fundamentales que hacen que resulte poco atractivo: el riesgo técnico (en los años 60 y 70 hubo una gran inversión pero no se le supo sacar partido), la complejidad regulatoria, y el retorno, es decir, los precios de los medicamentos son aún bajos. Si fuéramos capaces de tener un diagnóstico rápido y eficaz, podríamos tener productos más específicos. Al ser más eficaces tendrían un precio más elevado.
-Pero la motivación no es solo económica ¿no?
-No estamos hablando de buscar el negocio por volumen, sino por valor añadido.
-¿Por qué los esfuerzos en investigación se han centrado en el cáncer?
-Hay un claro componente social. Se trata de una enfermedad crónica donde el paciente vive mucho tiempo. Eso hace que tenga mucho más impacto social que los procesos infecciosos, que son más agudos, más rápidos y más graves.
-¿Cree que el precio de los antibióticos debería ser diferente en función del PIB de los países en los que se distribuye?
-Desde luego. Los fármacos deben ser de uso universal. Por lo tanto, es lógico que el precio de estos fármacos sea más asequible en los países que presentan un peor escenario socioeconómico.
-Usted trabajó durante 18 años en GSK, una importante farmacéutica británica. ¿Cree que están las farmacéuticas dispuestas a favorecer una distribución «justa» de estos medicamentos?
-Efectivamente. Lo están. Los fármacos deben ser de uso universal y la ciencia debe estar al servicio de la humanidad. Por lo tanto, es lógico que los antibióticos tengan diferente precio en función de la realidad económica del país en el que se distribuyen.
-El 50 por ciento de los antibióticos que se prescriben actualmente son innecesarios y el 5 por ciento de los europeos los usan sin prescripción. ¿Cómo puede racionalizarse su uso?
-Debe producirse un cambio cultural. La gente debe entender que abusar de estos fármacos tiene riesgos. Según el último Eurobarómetro, un 47 por ciento de los españoles consumieron en el año 2015 antibióticos, aunque la inmensa mayoría de ellos no saben para qué sirven. Es importante mejorar la información que le llega al ciudadano sobre estos medicamentos y los medios de comunicación tienen un papel importante en este cometido.
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