Marko Daniel quiere revitalizar los conocimientos sobre Miró
El nuevo director de la Fundación Miró prepara la institución para sus bodas de oro
«La Fundación Miró se constituyó oficialmente en 1975 cuando no había ningún centro de arte contemporáneo en Barcelona –recuerda Rosa Maria Malet, directora saliente de la Fundación Miró -. No existe una fórmula para dirigir un museo pero es evidente que en estos cuarenta años han cambiado muchas cosas». Malet da el testigo a Marko Daniel (Aquisgrán, Alemania, 1964) con la intención de que prepare la institución para sus bodas de oro.
Daniel, que viene de gestionar proyectos públicos en la Tate Modern recibe este encargo lleno de buenos propósitos: «Conocí este museo con la exposición del centenario de Miró en 1993 y después tuve la suerte de comisariar en 2011 la exposición «La escalera de la evasión». Esta colaboración le sirvió para conocer de cerca «la riqueza de las colecciones que se ven en las salas y la riqueza de los archivos».
Daniel no pasa por alto «la importancia del Premio Joan Miró que se otorga bianualmente y las exposiciones que se organizan desde la Miró». El historiador y doctor plantea dos ejes para su nuevo reto: «el primero el estudio de la obra de Joan Miro, un artista que se aprecia más en el extranjero que en España, y la segunda las exposiciones temporales».
Daniel se incorporó a la Tate Modern de Londres como comisario de programas públicos en 2006 y se cambia a la Miró porque cree que esta institución «es única en sus características». Sus años de experiencia le sirven para afirmar que «las exposiciones no se acaban cuando se inauguran; hay que mantenerlas vivas».
Conoce bien el arte español y sabe la importancia que tiene Miró en el siglo XX. «Estuve unos años trabajando en China y comprobé que el primer libro que se tradujo al chino de arte contemporáneo fue un libro sobre Miró; aquí hay que revitalizar los conocimientos sobre Miró». Está convencido de que no hay un solo Miró sino que hay muchos mirós.
Su elección, tras un riguroso concurso, le lleva a decir que es «una oportunidad única». Y sus años en la Tate Modern son un buen pasaporte: «Tengo muchos contactos en Londres, no sólo en la Tate y creo que nos va a servir». Por último, desvelar que habla muy bien español y que no le costará aprender catalán porque está casado con una chica de Gerona y «mis suegros me están enseñando».