Pablo Nuevo - Tribuna abierta

Mapas y política

No es preciso tomarse demasiado en serio a los políticos nacionalistas. Aunque, por desgracia, sus ocurrencias las pagamos todos

Cuando era un estudiante universitario todas las semanas aguardaba la llegada del jueves, día en que ABC publicaba el artículo semanal de Otto de Habsburgo. Desde la perspectiva de un joven con interés por la cosa pública, poder leer los análisis del heredero del último emperador de Austria-Hungría era un auténtico lujo, pues a su amplísima formación unía el bagaje de su familia, que había regido los destinos de Europa central durante varios siglos. De entre sus artículos recuerdo especialmente uno en que señalaba que en su dilatada trayectoria política había aprendido que no hay que tomarse en serio a aquellos políticos que no tienen mapas en su despacho.

Viene esto a cuento de la actitud entre irresponsable y pueril de los separatistas en Cataluña, que siguen tensionando la sociedad a pesar de que los mapas, de ponerlos en su despacho, deberían llevarles a asumir que el proceso es imposible.

Desde luego, es imposible si atendemos a un mapa de Cataluña en el que pintáramos de un color los municipios en los que en las últimas elecciones han ganado los partidos partidarios de la ruptura con España y de otro en el que son mayoría quienes quieren mantener la unidad forjada por siglos de historia. Este mapa nos mostraría no sólo que los partidarios de la ruptura son minoría en Cataluña, sino que los separatistas son casi irrelevantes en aquellas zonas de Cataluña con una mayor densidad de población: área metropolitana de Barcelona, costa de Tarragona, etc. Ya sabemos que los nacionalistas no destacan por la coherencia argumental ni por aplicar el principio de reciprocidad en los argumentos, pero si un hipotético 50,5% de los catalanes puede decidir separarse de España, ¿no habría que reconocer idéntico derecho a un 80,5% de los ciudadanosd e Hospitalet, Santa Coloma, Tarragona o Barcelona?

Pero también es imposible si miramos un mapa del mundo. No sé si el mundo nos mira, pero es evidente que EEUU mira con especial atención lo que implican Rota y Morón en sus planteamientos geopolíticos. Lo cual explica por qué Obama desea seguir viendo una España «fuerte y unida».

No es preciso tomarse demasiado en serio a los políticos nacionalistas. Aunque, por desgracia, sus ocurrencias las pagamos todos.

Pablo Nuevo es abogado y profesor de derecho const. de la UAO

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