¿Qué manos del triángulo amoroso mataron al agente de la Guardia Urbana Rodríguez?
El crimen de la policía local de Barcelona llega hoy a juicio con Rosa Peral y Albert López en el banquillo de los acusados
Los más de dos años de investigación no pudieron aclarar las circunstancias concretas del crimen de la Guardia Urbana de Barcelona. Los Mossos d’Esquadra hallaron el cadáver calcinado del policía Pedro Rodríguez, de 38 años, en el maletero de su propio coche, abandonado cerca del pantano de Foix, a unos 60 kilómetros de Barcelona. El estado del cadáver no permitió aclarar cómo lo mataron. Los guardias urbanos Rosa Peral y Albert López, ambos en prisión por esta causa, se acusan mutuamente de haber acabado con la vida del compañero con el que conformaban un triángulo amoroso. Desde hoy se sentarán en el banquillo de la Audiencia de Barcelona ante un tribunal popular de 5 mujeres y 4 hombres, seleccionados el pasado viernes.
Pedro, un guardia urbano que entonces estaba suspendido por haber agredido a un motorista en un control de tráfico, fue asesinado la madrugada del 2 de mayo de 2017 en el chalet de Cubelles (Barcelona) en el que vivía con su novia, Rosa.Los detalles se desconocen, pero los investigadores sostienen que el crimen lo ejecutaron Ros y Albert «conjuntamente», o bien solo uno de ellos con «la anuencia» del otro. También lo cree la Fiscalía, que los considera coautores de asesinato con alevosía al concluir que la víctima no se pudo defender. El Ministerio Público pide 24 años de cárcel para Albert, y para Rosa uno más, 25, por el agravante de parentesco. Y es que la agente y la víctima eran novios y vivían juntos en el chalet que se convirtió en el escenario del crimen.
Complejo triángulo amoroso
Los acusados habían tenido una relación. Se conocieron en la unidad de apoyo diurno de la policía barcelonesa. Fueron muchas horas de patrullaje juntos y en 2012 empezaron a salir pese a que Rosa estaba casada y vivía con su marido. La acusada se acabó separando de su pareja en 2016, y entonces comenzó una relación con Pedro, la víctima, pero sin dejar la que ya mantenía con Albert, el otro acusado. Este se enfureció cuando se enteró de que Rosa también mantenía una relación con Pedro. Y decidió vengarse: le chivó que ella mantenía una aventura con los dos al mismo tiempo.
Las discusiones y celos se convirtieron en una constante, pero pocas semanas antes del crimen Rosa y Albert acabaron reanudando su relación. Yentonces, según la versión de la Fiscalía, por diversas circunstancias los dos acusados llegaron a la conclusión de que Pedro «obstaculizaba su relación y situación». Y por eso habrían decidido matarlo. Así lo sostiene la Fiscalía, pero los acusados se defienden culpándose mutuamente del crimen. Todo apunta a que en el juicio, Albert, en la línea de lo hecho hasta ahora, tratará de convencer al jurado de que su participación en la trama fue secundaria: limitarse a ayudar a Rosa a deshacerse del cadáver.
Hay constancia de llamadas entre ellos aquella noche, poco antes de la diez; unas horas más tarde, Albert se presentó en casa de Rosa. Los investigadores tienen dudas de si acudió al chalet de Cubelles antes o después del asesinato de Pedro. Hace pocas semanas, con la instrucción del caso ya cerrada, se conoció la existencia de otra llamada –perdida– aquella noche de Albert a Rosa. Fue desde otro número de teléfono y con una tarjeta de prepago. Albert la había adquirido unos diez días antes y solo se activó aquella noche , la de la muerte de Pedro. Hasta ahora no se sabía nada de esta llamada porque la compañía telefónica no contestó antes al requerimiento de la juez. La Fiscalía y la acusación popular tienen previsto pedir hoy, en la sesión que se dedicará a cuestiones previas, incluir esta prueba en la causa. Consideran que incrimina a Albert, dándole un papel más activo en el caso del que él dice tener.
Cuatro días antes de comprar ese móvil, Albert había preguntado a un compañero de patrulla cómo se desharía de un cadáver si se viera en esa tesitura. Este le respondió que metería el cuerpo en un coche, le prendería fuego y lo tiraría por un barranco. Pocos días después se halló el cadáver de Pedro calcinado en el maletero de su propio Golf GTI, abandonado cerca del pantano. Luego, Rosa y Albert trasladaron el teléfono de la víctima cerca de la casa del exmarido de ella para tratar de incriminarle.
Rosa, de 36 años, y Albert, de 39, están entre rejas desde que poco después del crimen fueron detenidos. Han sido múltiples los incidentes que Rosa ha tenido en las cárceles por las que ha pasado. Era una persona muy conflictiva, según sus compañeros. En prisión confesó el crimen a otra interna. Ahora, el juicio podría aclarar la gran incógnita del caso: quién y cómo asesinó al agente Pedro Rodríguez.