Ramon Espadaler - Tribuna Abierta
Lejos del bien común, del interés general y de la solidaridad
Desgraciadamente, hoy en día hablar de futuro desde la política, es hacerlo, como mucho, de las elecciones municipales
En medio del ruido mediático provocado tanto por el juicio a los políticos catalanes acusados de declarar la independencia como por una campaña electoral de facto ya iniciada, ha ocurrido un hecho políticamente relevante y socialmente grave: la ruptura del Pacto de Toledo.
Una mirada de corta perspectiva podría concluir que la responsabilidad de este fracaso es de Podemos. Ciertamente, el partido de Pablo Iglesias tiene una buena parte de culpa. Pero, también en el capítulo de las pensiones, las responsabilidades suelen ser compartidas. No hay duda de que una precampaña electoral es el peor momento para abordar debates de este tipo con unas mínimas garantías de éxito. Su solución requiere consensos que rebasen el tacticismo y que tengan como verdadero norte el interés general, el bien común y la solidaridad entre personas y generaciones. Así lo exige el tema de las pensiones.
Ni Cs, ni el PP, ni el propio PSOE -en su doble versión parlamentaria y gubernamental- quedan, pues, exentos de culpa de este lamentable episodio. No es, en consecuencia, aceptable que, para disimular su parte de fracaso, se limiten a trasladar la responsabilidad a otros. No es serio ni nos lo merecemos. Y todo ello me lleva a una segunda consideración que no es la primera vez que constato en esta tribuna: ya hace demasiado tiempo que la política, no importa cual sea su nivel (nacional, autonómico o supraestatal), se ha olvidado del medio y sobre todo del largo plazo. En el caso que nos ocupa, la ausencia de políticas de apoyo a las familias y a la natalidad –cuestión, por cierto, estrechamente vinculada al futuro de nuestro Estado del bienestar-, es otro ejemplo de ese olvido. Y más que podríamos encontrar.
La falta de pactos con vocación de largo recorrido, como el del Pacto de Toledo, nos aboca a un fracaso colectivo seguro, como nos conduce a ello la sustitución de los principios antes mencionados del bien común, de la solidaridad entre generaciones o del interés general -que deberían regir la política en mayúsculas- por los imperativos de la inmediatez. Hace ya muchos años que lo urgente se antepone a lo importante. Si me lo permiten, así nos va.
Desgraciadamente, hoy en día hablar de futuro desde la política, es hacerlo, como mucho, de las elecciones municipales. Una actitud por la que pagaremos colectivamente un precio muy alto. Y más alto aún, si proyectamos el desacuerdo en ámbitos que, como el de las pensiones, afecta de forma directa a algo tan esencial e innegociable como la dignidad de las personas.
Ramon Espadaler Parcerisas, secretario general de Units per Avançar