Pablo Nuevo - TRIBUNA ABIERTA
Lecciones del caso Trump
Lo relevante no son los partidos, sino las ideas que estos representan y quieren hacer valer en la esfera pública
Cuando apenas queda un mes para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la prensa ha aireado un vídeo, grabado hace más de diez años, en el que el candidato republicano, Donald Trump, se muestra como un grosero machista, incapaz de considerar a las mujeres como algo distinto a un objeto destinado a satisfacer sus caprichos y carente de las mínimas virtudes que se supone deben adornar a alguien que aspira a conducir el destino de la nación más poderosa del mundo.
De entrada, no deja de ser significativo que el Washington Post haya esperado a este momento para hacer público el citado vídeo. Todo apunta a que el medio en cuestión tenía la grabación hace bastante tiempo, por lo que el haber esperado a este momento de la campaña, en el que el partido republicano no tiene margen de maniobra, puede ser interpretado como una manera de apoyar a Hillary Clinton.
Con todo, a mi modo de ver mucho más relevante es la respuesta del mundo conservador norteamericano, para el que este vídeo ha sido un argumento adicional en su postura de rechazo a Trump. En efecto, aunque la prensa española no acierte a trasladar este fenómeno al público de nuestro país, grandes figuras de la derecha americana llevan meses oponiéndose a Trump. Los argumentos para ello son claros: partiendo de que no merece la pena ganar el gobierno perdiendo el partido, consideran que para hacer avanzar en la sociedad los principios en los que creen es más importante disponer de un instrumento político eficaz y coherente que de una ristra de cargos en una eventual administración Trump, especialmente si a la luz de la trayectoria del magnate neoyorkino hay cuando menos serias dudas de que efectivamente en caso de victoria procediera a hacer esos nombramientos.
Lógicamente, como el radicalismo progresista de Hillary no puede dejarles indiferentes, han optado por dedicar su esfuerzo en apoyar a aquellos candidatos al Congreso que, siendo verdaderamente fieles a los principios conservadores, puedan servir de contrapeso a una administración Clinton completamente escorada a la izquierda.
A mi juicio, varias son las lecciones que pueden sacarse de este caso. En primer lugar, que lo relevante no son los partidos, sino las ideas que estos representan y quieren hacer valer en la esfera pública. En segundo término, que una eficacia sin coherencia convierte los medios en fines, generando organizaciones políticas que olvidan para qué fueron creadas, más allá de para alcanzar el poder. Por último, que la verdadera lealtad consiste en recordar a los compañeros que si se considera que una serie de principios contribuyen a mejorar la sociedad merece la pena trabajar para hacerlos efectivos de verdad, más allá de conseguir posiciones personales de poder.
Es cierto que nuestro sistema político es muy distinto al norteamericano, pero no estaría de más que todos aquellos que creen que el bien común de España requiere de unidad nacional, gobierno limitado, economía libre, responsabilidad personal, política provida y profamilia, etc. muestren -mostremos- una lealtad constuctiva como la de la derecha americana.
Pablo Nuevo es doctor en Derecho y profesor de la UAO CEU