Oti Rodríguez Marchante - Barcelona al día
Junts pel Si, con Si se Pot y Just for Men
Por ahora, todos están en la parte de atrás de la carreta, pero comenzarán a saltar en cuanto avisten que llega la factura
Por fin han llegado todos donde no querían, lo cual viene a demostrar un talento en el ambiente del proceso de un tamaño que se da pocas veces en la historia, el candidato escondido, los separatistas a ratos, la prensa de vanguardia buscando trinchera en la retaguardia... Visto desde fuera, o sea, sin implicaciones emocionales de pertenencia, el espectáculo ha de ser impresionante y digno de ser plasmado en una zarzuela. O de una parodia de western, con la carreta despendolada terraplén abajo, con todos sus ocupantes en la parte de atrás declamando frases hechas como si fueran de Shakespeare y nadie en el pescante, pero sin llegar a componer una escena trágica, ni siquiera dramática, sino más bien cómica (los de Junts pel Si, se unen a los de Si Se Pot, pero los de Just for Men y los de Tots es CUP…, en fin, una de las infinitas bromas que circulan por la Red sobre la majadería con ínfulas -“tenemos un mandato”…- de la “desconexión”).
Lo realmente milagroso, y que hay que agradecérselo tanto al presidente del Gobierno, como a los líderes de los partidos políticos aspirantes a serlo, es que hayan tenido la capacidad de tomarse en serio esta chapuza de vuelo gallináceo. O sea, han sido lo suficientemente respetuosos con el espectáculo dantesco como para dar la impresión de que se lo tomaban en serio, en vez de darle un capirotazo al escenario entre risas y cachondeos… Respetuosos y hasta buena gente, porque hay que tener mucha paciencia para escuchar a Romeva decir eso de que están armando un Estado (¿podría Romeva armar en una tarde un mueble de Ikea?) y de que tienen un mandato democrático, que es el último latiguillo al que se agarran desde el fondo de la carreta. El otro es “desconexión”, que suena a eutanasia. Por ahora, todos están en la parte de atrás de la carreta, pero comenzarán a saltar en cuanto avisten que llega la factura, y ahí parece que le tienen reservado su gran momento a Forcadell, la cuitadiña, que le han puesto la gorra de cochera para que sepan a quién le tienen que pedir cuentas del destrozo. Aunque la auténtica factura, en tiempo y actividad y rentabilidad económica, la iremos pagando los demás, o sea que, ya que pagamos, al menos podamos reírnos de personajes tan ridículos.