Iluminados

Carles Puigdemont representa “la luz”, tuitea la nueva presidenta del Parlamento catalán. Desde Waterloo irradia haces de conocimiento trascendental sobre todos los catalanes o, al menos, sobre los feligreses reunidos en torno a la iglesia del Consell per la República. Ya no es la Moreneta quien ilumina la catalana tierra, sino un pícaro fugitivo quien nos guía hacia el cielo. Y los angelitos que serraron los montes son ahora clérigos que fraccionan contratos y trituran reglamentos. En campaña la CUP vetaba a Laura Borràs por estar imputada por malversación, prevaricación y falsedad documental. Esta se revolvía y recordaba que la ricachona candidata de la CUP estaba siendo investigada por prevaricar con unas licencias urbanísticas. Pero nada de esto importa ya, porque los pecados son perdonados si fueron cometidos en nombre de la falsa religión nacionalista. Son “trapis” sagrados.

A los no iniciados en las creencias procesistas les suelen preocupar cuestiones banales como la salud y el trabajo. No son seres de luz, obviamente. Sin embargo, quienes sí iluminan las calles de Barcelona alguna noche, los cuperos, han llegado a un acuerdo para investir a Pere Aragonès, algún día, y gobernar con las prioridades claras: el enésimo referéndum y una cuestión de confianza. Inseguridad jurídica e inestabilidad política es precisamente lo que necesita una sociedad golpeada por la pandemia y la crisis económica, pensarán los iluminados. También han acordado disuadir a quien pretenda crear puestos de trabajo en Cataluña: más impuestos, más regulaciones, más intervencionismo y nacionalizaciones. Entre comunismo y libertad, estos lo tienen claro. Nunca votarían a Ayuso. También han acordado crear una banca pública. La duda la tienen con el nombre: ¿Banca Catalana o Catalunya Caixa? Necesitan más luz. Y los Mossos d’Esquadra, menos instrumentos, según parece por lo pactado. Retiran el 'foam' y nos abren las puertas al paraíso antisistema. ¿Qué podría salir mal?