Juan Milián Querol - Tribuna abierta

Carpa inmoral en Vic

Callarse no es una opción. La libertad debe ser defendida en Vic, en Canet, en la UAB y en cualquier rincón donde el nacionalismo pretenda imponer ciudadanías de segunda

Varias fincas de la plaza Mayor de Vic, en una imagen de archivo Inés Baucells

Juan Milián Querol

La mañana era muy fría en la plaza Mayor de Vic, pero pronto sentimos un desagradable calor humano. Decenas de exaltados nacionalistas se agolparon contra nosotros. Recibimos algún escupitajo y muchos codazos. Proferían consignas de odio. Impactaba ver a un cuarentón con las venas de su frente a punto de estallar y una pobre niña a hombros. Ofrecía a su hija un lamentable ejemplo de intolerancia. «Parleu català, asquerosus [sic]!», gritaba enajenado. Menos original, pero igual de contradictorio, era el cántico más repetido por sus correligionarios: «Fora, feixistes, dels nostres barris!». Era un imperativo incongruente, ya que los vocingleros cumplían, en fondo y en forma, con todos los requisitos del buen facha.

El motivo de nuestra visita era apoyar al bueno de Pau Ferran, flamante presidente del PP en Vic, y a su nueva junta local. Días antes, el Ayuntamiento les había prohibido la instalación de una simple carpa informativa arguyendo que atentaban contra «la moral y las buenas costumbres». No es la primera vez que la alcaldesa, Anna Erra, mostraba su poco hospitalario talante. Ya había perpetrado una cacicada similar en contra de la plataforma Escuela de Todos. Y quizás recuerde el lector a esta política de Junts por aquella intervención parlamentaria en la que presumía de su xenófoba habilidad para distinguir a los no catalanes «por su aspecto físico».

Ha pasado una semana de aquellos incidentes y ningún miembro de la Generalitat los ha condenado. Los medios del régimen han silenciado los hechos o se han referido falazmente a los agresores como «defensores del catalán». Los Mossos actuaron con profesionalidad y evitaron males mayores, pero la cobertura ideológica que el nacionalismo político ofrece a los violentos es tremendamente preocupante. Hoy o mañana podríamos lamentar pérdidas irreparables. Sin embargo, callarse no es una opción. La libertad debe ser defendida en Vic, en Canet, en la UAB y en cualquier rincón donde el nacionalismo pretenda imponer ciudadanías de segunda.

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