Juan Milián - Tribuna Abierta
Derechos y oportunidades
Ojalá me equivoque, pero el PSC querrá contentar a Esquerra con un proyecto de España plurinacional y Cataluña monolítica
El nacionalismo es alérgico al pluralismo. La sociedad catalana es plural y los catalanes gozamos de esas identidades múltiples que deberían ser una ventaja en un mundo globalizado. Sin embargo, desde hace décadas, la Generalitat ha venido implementando un plan multinivel de homogeneización, desde el control de los medios de comunicación hasta la exclusión del español de las escuelas, que convierte dicha ventaja en un conflicto empobrecedor.
Ese plan uniformador supone restar derechos y oportunidades a todos los catalanes, excepto a aquellos agraciados nacionalistas receptores de recursos públicos. El monolingüismo excluyente en la educación es un claro ejemplo. La mal llamada inmersión no tiene motivaciones pedagógicas. Tampoco tiene como objetivo activar ningún ascensor social, sino aislar a la sociedad y asolar el futuro de nuestros hijos para que el control nacionalista sea, así, más fácil.
De hecho, cuando nacionalistas acreditados, como Ernest Maragall o Josep Bargalló, han reconocido que los alumnos de entornos catalanohablantes no están aprendiendo correctamente el español, han sido rápidamente censurados por los suyos. Tratar al español como una lengua extranjera es un dogma y la herejía se castiga duramente en la falsa religión del nacionalismo.
En este sentido, la propuesta de ponencia política que se votará en el congreso del PSC de este fin de semana parecía un rayo de esperanza -¡por fin una izquierda progresista en Cataluña!-. Pues no. Ya veremos cómo queda, pero, de momento, el pasado miércoles los socialistas vetaron la propuesta del Partido Popular que pedía que se garantizara lo que es de Justicia: un mínimo de 25 % tanto de catalán como de español y una clara apuesta por el inglés como tercera lengua vehicular en las escuelas. Es decir, el PSC vetó una propuesta de trilingüismo enriquecedor y flexible. Vetó que los hijos de cualquier catalán pudieran tener los mismos derechos y oportunidades que los hijos de cualquier dirigente nacionalista.
Ojalá me equivoque, pero el PSC querrá contentar a Esquerra con un proyecto de España plurinacional y Cataluña monolítica. Y el partido separatista no solo no se contentará, sino que aprovechará todas las cesiones para reagrupar fuerzas y asegurar que el próximo golpe que perpetre contra la democracia tenga éxito.