La Meridiana es Cataluña

Este fin de semana volvía a casa cuando me encontré, un día más, el corte de la Meridiana. Eran unas 15 o 20 personas, no más, que colapsaban el tráfico en la entrada y la salida de Barcelona. Unos pocos condicionaban la vida de muchos, no solo de los conductores, sino también de los vecinos y los comerciantes de la ciudad, que ya están hartos. Bajé del coche y fui a dialogar con ellos. Fue imposible. Los insultos eran constantes y los Mossos d’Esquadra, lejos de restablecer la actividad normal del tráfico, me identificaron a mí.

Es un capítulo más de unos cortes que ya han costado a Barcelona 340.000 euros, de la misma manera que los delirios independentistas han costado a Cataluña la pérdida de liderazgo empresarial, la rotura de la convivencia y el derroche de millones de euros en embajadas y una «NASA catalana». Son unos pocos los que pisotean los derechos del resto, justamente como en la Meridiana cada día.

El gobierno en Cataluña defiende la ilegalidad, defiende la libertad de personas que con la ley en la mano han cometido un delito, de la misma manera que la policía en la Meridiana defiende a los del pasamontañas que insultan y agreden. El mundo al revés. Y mientras la policía permite día tras día que trabajadores se queden atrapados en los cortes, desatiende las otras necesidades que tienen los barceloneses.

Igual que el Govern, que mientras sigue con sus delirios de grandeza independentista, deja desamparados a los abuelos de las residencias, frena la creación de riqueza y no da expectativas de futuro a los jóvenes catalanes.

Y al final de todo, la gran pregunta es: ¿tienen legitimidad para hacer todo esto? La respuesta es evidente: no. No la tienen ni para gobernar, ni para romper la convivencia en Cataluña, ni para cortar cada día desde hace más de un año una vía imprescindible para la movilidad de Barcelona, porque quien corta la Meridiana no son 15 personas, es el Govern de Cataluña.