¿Demolición del PP?

Cuando un edifico construido desde hace décadas se va deteriorando al soportar las inclemencias meteorológicas, llega el momento de su rehabilitación. A pesar de que la chapa y pintura es una buena opción para ir conservando, muchos arquitectos recomiendan demoler para reconstruir como mejor solución.

Los cimientos del Partido Popular están llenos de valores, impregnados de historia y de una larga experiencia de gestión. Para mi uno de los valores más preciados es la lealtad. Hay quién tiene este valor, y hay quién no. La lealtad no solo a unas ideas o proyecto, sino a unas personas. El fin no justifica los medios y la deslealtad a cambio de intereses individuales tampoco.

Tengo las espaldas anchas y el camino muy claro, y no voy a bajar a las trincheras porque mi único objetivo es sumar por Cataluña y España en beneficio de todos los vecinos y vecinas de Barcelona. Cuando uno no ve más allá de sus trincheras pierde. Pierde porque no suma, no empatiza, no coopera y no construye.

Es cierto que el PP vive momentos de cambio y que estos podrían generar incertidumbre. Pero no es una incertidumbre de liderazgo, que está en las mejores manos, ni de proyecto, que es sólido y de gobierno. El miedo a perder la silla o el cargo, compromete la coordinación y las estructuras internas. Y esta es una fisura en las paredes de este edificio. Sin ser afiliado, siempre he defendido que el PP es el gran partido capaz de devolver a España y a Cataluña al lugar que le corresponden. Por eso mi lealtad está intacta, cosa que otros siendo afiliados no pueden decir lo mismo. Lo mejor sería efectivamente demoler, sacar los escombros y reconstruir sobre cimientos fuertes, con nuevos liderazgos provinciales comprometidos con los valores de la lealtad y la libertad.