Joan López - Bulevar

El rock de la cárcel

«La cumbre carcelaria se saldó con el único acuerdo de que antes de la fecha límite habrá gobierno entre ERC y Junts tolerado por la CUP»

osep Rius y Elsa Artadi de JxCat, a su llegada este martes a la cárcel de Lledoners EFE

Joan López

Pere Aragonès se fue a la prisión de Lledoners a negociar, con la tutela de Junqueras, con el hoy secretario general de Junts, Jordi Sànchez, la composición del gobierno de la Generalitat y el reparto del dinero ajeno.

Antaño las negociaciones y las cumbres se celebraban en lugares aparentes, elegantes, que emanaban poder y eran simbólicos: las dos últimas visitas de Pedro Sánchez se celebraron en el Palau de Pedralbes y la Llotja de Mar. La celebración de una cumbre para cerrar un pacto de gobierno en una cárcel no es una anécdota, es la constatación de una evidente degradación institucional.

A falta de 23 días para que venza el plazo para la formación de gobierno en Cataluña la mejor noticia es que desde febrero no hay gobierno y eso ha evitado que durante tres meses no se haya tomado decisión alguna desde el gobierno catalán que perjudique y dificulte la vida de los catalanes, ya suficientemente compleja en un marco de pandemia.

La cumbre carcelaria se saldó con el único acuerdo de que antes de la fecha límite habrá gobierno entre ERC y Junts tolerado por la CUP. En lo demás las espadas siguen en alto y desde el día del bis a bis político se han empezado a filtrar cargos y aspirantes.

¿Qué negocian? ¿Donde están las discrepancias? Las diferencias clave se centran en el reparto de la túnica de Cristo: altos cargos, dinero público -que pagamos usted y yo amable lector- y la financiación del chalet de Waterloo.

Junts no tiene tiempo para diferencias programáticas, eso les da igual, su duda está en si volverá antes a la presidencia, que creen que les pertenece de forma natural y divina, si entran en el gobierno o se quedan en la oposición tras facilitar la investidura de Aragonès.

La duda macbethiana de Junts es si más vale el pájaro en mano de quedarse hoy con parte de los cargos o el ciento volando de quedarse fuera y volver pronto al lugar que ellos creen que nunca deberían haber abandonado: la presidencia.

ERC quiere a Junts dentro para ligar su suerte a la de ellos y evitar que Junts sea socio y líder de la oposición a la vez. Junqueras ya le hizo eso a Artur Mas y saben perfectamente cuan incómodo puede llegar a ser. Junts cree que los republicanos son okupas de la presidencia y pardillos en la gobernanza. En su relación y trato con ERC, los neoconvergentes desprenden un tufillo clasista y altivo.

El tiempo corre a favor de Pedro Sánchez, mientras sus socios republicanos luchan por hacerse con la presidencia de la Generalitat no han de convocar mesas de diálogo ni han tenido que responder durante la campaña electoral en Madrid a ultimátums de Rufián que hubieran sido incómodas.

Entre hoy, día 3, y el 26 que es la fecha límite se celebrará un pleno de investidura que no será más que una secuela, serie b, cutre y mala, con actores de cuarta fila, del Procés en mayúscula que ya vivimos, luego durante junio, el momento de la verdad, para ellos y para usted y yo. Para ellos, el reparto de cargos y sueldo, para usted y para mí, el del pago de la renta para que ellos cobren.

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